Lo falso y lo verdadero en la educación
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obra para este tiempo necesitan una comprensión más profunda de
las lecciones que él dió.
Las palabras del Dios vivo son lo más sublime de toda educación.
Los que sirven al pueblo necesitan comer del pan de vida, que les
dará fuerza espiritual y aptitud para servir a todas las clases de
personas.
Los clásicos
En los colegios y universidades, millares de jóvenes dedican
buena parte de los mejores años de su vida al estudio del griego y del
latín. Y mientras que están empeñados en estos estudios, la mente
y el carácter se amoldan a los malos sentimientos de la literatura
pagana, cuya lectura se considera generalmente como parte esencial
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del estudio de dichos idiomas.
Los que se han familiarizado con los clásicos declaran que “las
tragedias griegas están llenas de incestos, muertes y sacrificios hu-
manos hechos a dioses sensuales y vengativos.” Mucho mejor sería
para el mundo que se prescindiera de la educación conseguida de
semejantes fuentes. “¿Andará el hombre sobre las brasas, sin que sus
pies se abrasen?”
Proverbios 6:28
. “¿Quién hará limpio de inmun-
do? Nadie.”
Job 14:4
. ¿Podemos esperar entonces que la juventud
desarrolle un carácter cristiano mientras que su educación se amolda
a la enseñanza de los que desafiaron los principios de la ley de Dios?
Al prescindir de toda restricción y sumirse en diversiones teme-
rarias, en disipaciones y vicios, los alumnos no hacen otra cosa que
imitar lo que esos estudios les presentan. Hay carreras en que es
necesario el conocimiento del griego y del latín. Algunos han de
estudiar estos idiomas. Pero el conocimiento de ellos que resulta
indispensable para los fines prácticos puede adquirirse sin estudiar
una literatura corrompida y corruptora.
Muchos no necesitan conocer el griego ni el latín. El estudio de
las lenguas muertas debería posponerse al de temas que enseñen el
empleo correcto de todas las facultades del cuerpo y de la mente. Es
locura que los estudiantes dediquen su tiempo al estudio de lenguas
muertas, o a adquirir conocimiento de libros de cualquier ramo, en
menoscabo de su preparación para las obligaciones prácticas de la
vida.