Página 324 - El Ministerio de Curacion (1959)

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El Ministerio de Curacion
No es tan sólo al principio de la vida cristiana cuando debe ha-
cerse esta renuncia a sí mismo. Hay que renovarla a cada paso que
damos hacia el cielo. Todas nuestras buenas obras dependen de un
poder externo a nosotros; por tanto, se necesita una continua aspi-
ración del corazón a Dios, una constante y fervorosa confesión del
pecado y una humillación del alma ante Dios. Nos rodean peligros,
y no nos hallamos seguros sino cuando sentimos nuestra flaqueza y
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nos aferramos con fe a nuestro poderoso Libertador.
Debemos apartarnos de un sinnúmero de temas que llaman nues-
tra atención. Hay asuntos que consumen tiempo y despiertan deseos
de saber, pero que acaban en la nada. Los más altos intereses requie-
ren la estricta atención y energía que suelen dedicarse tantas veces a
cosas relativamente insignificantes.
Cristo, fuente del conocimiento verdadero
De por sí, el aceptar nuevas teorías no infunde nueva vida al
alma. Aun el conocimiento de hechos y teorías importantes en sí
mismos resulta de escaso valor si no lo practicamos. Necesitamos
sentir la responsabilidad de dar a nuestra alma el alimento que nutra
y estimule la vida espiritual.
Esté “atento tu oído a la sabiduría;
si inclinares tu corazón a la prudencia, ...
si como a la plata la buscares,
y la escudriñares como a tesoros;
entonces entenderás el temor de Jehová,
y hallarás el conocimiento de Dios. ...
Entonces entenderás justicia, juicio,
y equidad, y todo buen camino.
Cuando la sabiduría entrare en tu corazón,
y la ciencia fuere dulce a tu alma,
el consejo te guardará,
te preservará la inteligencia.”
La sabiduría “es árbol de vida a los que de ella asen:
y bienaventurados son los que la mantienen.”
Proverbios 2:2-11; 3:18.