Página 35 - El Ministerio de Curacion (1959)

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Con la naturaleza y con Dios
La vida terrenal del Salvador fué una vida de comunión con la
naturaleza y con Dios. En esta comunión nos reveló el secreto de
una vida llena de poder.
Jesús obró con fervor y constancia. Nunca vivió en el mundo
nadie tan abrumado de responsabilidades, ni llevó tan pesada carga
de las tristezas y los pecados del mundo. Nadie trabajó con celo tan
agobiador por el bien de los hombres. No obstante, era la suya una
vida de salud. En lo físico como en lo espiritual fué su símbolo el
cordero, víctima expiatoria, “sin mancha y sin contaminación.”
1
Pedro 1:19
. Tanto en su cuerpo como en su alma fué ejemplo de lo
que Dios se había propuesto que fuera toda la humanidad mediante
la obediencia a sus leyes.
Cuando el pueblo miraba a Jesús, veía un rostro en el cual la
compasión divina se armonizaba con un poder consciente. Parecía
rodeado por un ambiente de vida espiritual. Aunque de modales
suaves y modestos, hacía sentir a los hombres un poder que si bien
permanecía latente, no podía quedar del todo oculto.
Durante su ministerio, persiguiéronle siempre hombres astutos
e hipócritas que procuraban su muerte. Seguíanle espías que ace-
chaban sus palabras, para encontrar algo contra él. Los intelectos
más sutiles e ilustrados de la nación procuraban derrotarle en con-
troversias. Pero nunca pudieron aventajarle. Tuvieron que dejar la
lid, confundidos y avergonzados por el humilde Maestro de Galilea.
La enseñanza de Cristo tenía una lozanía y un poder como nunca
hasta entonces conocieron los hombres. Hasta sus mismos enemigos
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hubieron de confesar: “Nunca ha hablado hombre así como este
hombre.”
Juan 7:46
.
La niñez de Jesús, pasada en la pobreza, no había quedado conta-
minada por los hábitos artificiosos de un siglo corrompido. Mientras
trabajaba en el banco del carpintero y llevaba las cargas de la vida
doméstica, mientras aprendía las lecciones de la obediencia y del
sufrimiento, hallaba solaz en las escenas de la naturaleza, de cuyos
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