Página 62 - El Ministerio de Curacion (1959)

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Salvados para servir
Era el amanecer, a orillas del mar de Galilea. Jesús y sus discí-
pulos habían llegado allí después de pasar una noche tempestuosa
sobre las aguas, y la luz del sol naciente esparcía sobre el mar y
la tierra como una bendición de paz. Pero apenas habían tocado la
orilla cuando sus ojos fueron heridos por una escena más terrible que
la furia de la tempestad. De algún escondedero entre las tumbas, dos
locos echaron a correr hacia ellos como si quisieran despedazarlos.
De sus cuerpos colgaban trozos de cadenas que habían roto al esca-
par de sus prisiones. Sus carnes estaban desgarradas y sangrientas y
por entre sus cabellos sueltos y enmarañados, les brillaban los ojos;
la misma apariencia humana parecía borrada de su semblante. Se
asemejaban más a fieras que a hombres.
Los discípulos y sus compañeros huyeron aterrorizados; pero
al rato notaron que Jesús no estaba con ellos y se volvieron para
buscarle. Allí estaba donde le habían dejado. El que había calmado
la tempestad, y antes había arrostrado y vencido a Satanás, no huyó
delante de esos demonios. Cuando los hombres, crujiendo los dientes
y echando espuma por la boca, se acercaron a él, Jesús levantó
aquella mano que había ordenado a las olas que se calmasen, y los
hombres no pudieron acercarse más. Estaban de pie, furiosos, pero
impotentes delante de él.
Con autoridad ordenó a los espíritus inmundos que salieran de
esos hombres. Los desafortunados se dieron cuenta de que estaban
cerca de alguien que podía salvarlos de los atormentadores demonios.
Cayeron a los pies del Salvador para pedirle misericordia; pero
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cuando sus labios se abrieron, los demonios hablaron por su medio
clamando: “¿Qué tenemos contigo, Jesús, Hijo de Dios? ¿Has venido
acá a molestarnos antes de tiempo?”
Mateo 8:29
.
Los espíritus malos se vieron obligados a soltar sus víctimas,
y ¡qué cambio admirable se produjo en los endemoniados! Había
amanecido en sus mentes. Sus ojos brillaban de inteligencia. Sus
rostros, durante tanto tiempo deformados a la imagen de Satanás,
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