Página 10 - La Maravillosa Gracia de Dios (1973)

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Buenas nuevas del reino, 1 de enero
Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y
predicando el evangelio del reino.
Mateo 4:23
.
“Abriendo su boca les enseñaba, diciendo: Bienaventurados los pobres
en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”.
Mateo 5:2, 3
. Estas
palabras resonaron en los oídos de la muchedumbre como algo desconocido
y nuevo. Tal enseñanza era opuesta a todo cuanto habían oído del sacerdote o
del rabino. En ella no podían notar nada que alentase el orgullo ni estimulase
sus esperanzas ambiciosas, pero este nuevo Maestro poseía un poder que
los dejaba atónitos...
En la multitud que rodeaba a Jesús había algunos que sentían su pobreza
espiritual... Había individuos acerca de cada uno de los cuales se podía decir
que, en presencia de la pureza de Cristo, se sentía “cuitado y miserable y
pobre y ciego y desnudo”.
Apocalipsis 3:17
. Anhelaban “la gracia de Dios
que trae salvación”.
Tito 2:11
...
Refiriéndose a los pobres de espíritu, Jesús dice: “De ellos es el reino
de Dios”. Dicho reino no es, como habían esperado los oyentes de Cristo,
un gobierno temporal y terrenal. Cristo abría ante los hombres las puertas
del reino espiritual de su amor, su gracia y su justicia... Sus súbditos son los
pobres de espíritu, los mansos y los que padecen persecución por causa de
la justicia. De ellos es el reino de los cielos. Si bien aún no ha terminado, en
ellos se ha iniciado la obra que los hará “aptos para participar de la suerte
de los santos en luz”.
Colosenses 1:12
.
Todos los que sienten la absoluta pobreza del alma, que saben que en sí
mismos no hay nada bueno, pueden hallar justicia y fuerza recurriendo a
Jesús... Os invita a cambiar vuestra pobreza por las riquezas de su gracia.
No merecemos el amor de Dios, pero Cristo, nuestro fiador, es sobremanera
digno y capaz de salvar a todos los que vengan a él. No importa cuál haya
sido la experiencia del pasado ni cuán desalentadoras sean las circunstancias
del presente, si acudimos a Cristo en nuestra condición actual: débiles, sin
fuerza, desesperados, nuestro compasivo Salvador saldrá a recibirnos mucho
antes de que lleguemos y nos rodeará con sus brazos amantes y con el manto
de su propia justicia.—
El Discurso Maestro de Jesucristo, 13-16
.
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