Página 137 - La Maravillosa Gracia de Dios (1973)

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Eterno, 2 de mayo
Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma; y haré
con vosotros pacto eterno, las misericordias firmes a David.
Isaías
55:3
.
La salvación de la raza humana ha sido siempre el propósito de los
concilios del cielo. El pacto de la misericordia fue establecido antes de la
fundación del mundo. Ha existido desde la eternidad pasada, y se lo llama
el pacto eterno. Tan ciertamente como nunca ha dejado de haber Dios, no
ha habido momento cuando no haya sido la delicia de la Mente eterna
manifestar su gracia a la humanidad.—
The S.D.A. Bible Commentary
7:934
.
Desde el principio de la gran controversia, se propuso Satanás desfigurar
el carácter de Dios, y despertar rebelión contra su ley... Pero en medio de
la obra del mal, los propósitos de Dios progresan con firmeza hacia su
realización. El manifiesta su justicia y benevolencia hacia todos los seres
inteligentes creados por él. A causa de las tentaciones de Satanás, todos los
miembros de la raza humana se han convertido en transgresores de la ley
divina; pero en virtud del sacrificio de su Hijo se abre un camino por el cual
pueden regresar a Dios. Por medio de la gracia de Cristo pueden llegar a
ser capaces de obedecer la ley del Padre. Así en todos los tiempos, de entre
la apostasía y la rebelión Dios saca a un pueblo que le es fiel, un pueblo
“en cuyo corazón está” su “ley”.
Isaías 51:7
.—
Historia de los Patriarcas y
Profetas, 351
.
La obra de Dios es la misma en todos los tiempos, aunque hay distintos
grados de desarrollo y diferentes manifestaciones de su poder para suplir
las necesidades de los hombres en los diferentes siglos. Empezando con la
primera promesa evangélica, y siguiendo a través de las edades patriarcal
y judía, para llegar hasta nuestros propios días, ha habido un desarrollo
gradual de los propósitos de Dios en el plan de la redención... El que
proclamó la ley desde el Sinaí, y entregó a Moisés los preceptos de la ley
ritual, es el mismo que pronunció el sermón sobre el monte... El Maestro es
el mismo en las dos dispensaciones. Las demandas de Dios son las mismas.
Los principios de su gobierno son los mismos.—
Ibid. 390
.
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