Página 156 - La Maravillosa Gracia de Dios (1973)

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Con todo el corazón, 21 de mayo
Jehová tu Dios te manda hoy que-cumplas estos estatutos y decretos;
cuida, pues, de ponerlos por obra con todo tu corazón, y con toda tu
alma.
Deuteronomio 26:16
.
En el pacto de Dios con su pueblo en la antigüedad, se dieron instruc-
ciones para el fiel reconocimiento de las maravillosas obras de gracia que
él había hecho por ellos. Dios libró a su pueblo, Israel, de la esclavitud de
Egipto. Los trajo a su propia tierra, y les dio una buena herencia y lugares
seguros para morar. Solicitó de ellos que reconocieran sus obras maravi-
llosas. Las primicias de la tierra debían ser consagradas a Dios y devueltas
a él como una ofrenda de gratitud, en reconocimiento de su bondad hacia
ellos...
Estas instrucciones, que Dios le ha dado a su pueblo, expresan los
principios de la ley del reino de Dios, y son específicas, de modo que las
mentes del pueblo no queden ni en la ignorancia ni en la incertidumbre.
Estas escrituras presentan una obligación permanente para todos aquellos
a quienes Dios ha bendecido con vida y salud y privilegios en las cosas
temporales y espirituales. El mensaje no se ha debilitado con el transcurso
del tiempo. Los requerimientos de Dios son tan justos y obligatorios ahora,
tan frescos en su importancia, como son frescos y permanentes los dones
de Dios.
Para evitar que alguien olvide estas importantes instrucciones, Cris-
to las repitió con su propia voz. Llama a sus seguidores a una vida de
consagración y abnegación. Dice: “Si alguno quiere venir en pos de mí,
niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame”.
Mateo 16:24
. Esto significa
exactamente lo que dice. Solamente mediante la abnegación y el sacrificio
propio podemos poner de manifiesto que somos verdaderos discípulos de
Cristo.
Cristo consideraba esencial recordar a su pueblo que la obediencia a
los mandamientos de Dios es para su bien presente y futuro. La obediencia
trae bendición; la desobediencia, maldición. Además de ello, cuando el
Señor favorece a su pueblo de una manera especial, lo exhorta a reconocer
públicamente su bondad. De este modo su nombre será glorificado; por-
que tal reconocimiento es un testimonio de que sus palabras son fieles y
verdaderas.—
Manuscrito 67, 1907
.
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