Noches enteras en oración, 8 de junio
En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios.
Lucas 6:12
.
La Majestad del cielo, mientras se encontraba dedicada a su ministerio
terrenal, oró mucho a su Padre. Frecuentemente pasaba toda la noche
postrado en oración... El Monte de las Olivas era el retiro favorito del Hijo
de Dios para sus devociones. A menudo, después que la multitud lo había
dejado para el descanso de la noche, él no reposaba aunque se hallaba
cansado por las labores del día... Mientras la ciudad permanecía en silencio
y los discípulos habían regresado a sus hogares para obtener refrigerio en
el sueño, Jesús no dormía. Sus divinos ruegos ascendían a su Padre desde
el Monte de las Olivas en el sentido de que sus discípulos se mantuvieron
libres de las influencias malignas que tendrían que afrontar cada día en el
mundo, y que su propia alma fuera fortalecida y vigorizada para los deberes
y las pruebas del día venidero. Toda la noche, mientras sus seguidores
dormían, su divino Maestro oraba. El rocío y la escarcha de la noche caían
sobre su cabeza inclinada en oración. Su ejemplo queda para nosotros, sus
seguidores...
Elegía la quietud de la noche, cuando no habría interrupción. Jesús
podía sanar al enfermo y resucitar al muerto. El mismo era una fuente de
bendición y fortaleza. Mandaba incluso a las tormentas y éstas le obedecían.
Se mantuvo libre de corrupción, extraño al pecado; no obstante lo cual
oraba, y a menudo con grandes clamores y lágrimas. Oraba por sus discípu-
los y por sí mismo, identificándose así con nuestras necesidades, nuestras
debilidades, nuestras flaquezas tan comunes para la humanidad. Era un
poderoso peticionario, que no poseía las pasiones de nuestra naturaleza
humana caída, pero estaba asediado por flaquezas semejantes, tentado en
todo sentido como nosotros. Jesús soportó una agonía tal que requería la
ayuda y el apoyo de su Padre.
Cristo es nuestro ejemplo. ¿Son tentados y fieramente abofeteados por
Satanás los ministros de Cristo? Así lo fue Aquel que no conoció pecado.
Se volvió a su Padre en esas horas de angustia.—
Testimonies for the Church
2:508, 509
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