La agonía del Getsemaní, 9 de junio
Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo
quiero, sino como tú.
Mateo 26:39
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En el huerto de Getsemaní Cristo sufrió en lugar del hombre y la na-
turaleza humana del Hijo de Dios vaciló bajo el terrible horror de la culpa
del pecado, hasta que de sus labios pálidos y temblorosos surgió el clamor
agonizante: “Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa”... La naturaleza
humana hubiera muerto en ese momento, allí mismo, bajo la horrible sen-
sación de pecado, si no hubieran venido ángeles del cielo para fortalecerlo
a fin de que pudiera soportar la agonía... Cristo estaba sufriendo la pena de
muerte que fue la sentencia del transgresor de la ley de Dios.
Es terrible para el pecador impenitente caer en las manos del Dios vivo.
La prueba de esto es la destrucción del mundo antiguo por el diluvio, y el
relato del fuego que cayó del cielo para destruir a los habitantes de Sodoma.
Pero nunca esto había sido probado con tanta amplitud como en la agonía
de Cristo, el Hijo del Dios infinito, cuando soportó la ira de Dios por un
mundo pecador. Como consecuencia del pecado, la transgresión de la ley
de Dios, el jardín del Getsemaní ha llegado a ser el lugar preeminente del
sufrimiento por un mundo pecaminoso. Ninguna pena, ninguna agonía
pueden compararse con las que soportó el Hijo de Dios.
No se le pide al hombre que lleve los pecados ajenos, de manera que
nunca conocerá los horrores de la maldición del pecado que tuvo que llevar
el Salvador. Ningún pesar puede compararse con el sufrimiento que padeció
Aquel sobre quien recayó la ira de Dios con fuerza aplastante. La naturaleza
humana sólo puede soportar una porción limitada de esa prueba. Lo finito
puede soportar solamente una medida finita, y entonces la naturaleza huma-
na sucumbe; pero la naturaleza de Cristo tenía una capacidad mayor para
sufrir... La agonía que soportó Cristo, amplía, profundiza y da una concep-
ción más dilatada del carácter del pecado, y del carácter de la retribución
que Dios hará caer sobre los que continúan en pecado. La paga del pecado
es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna, por medio de Jesucristo,
para el pecador arrepentido y creyente.—
The S.D.A. Bible Commentary
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