Página 185 - La Maravillosa Gracia de Dios (1973)

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El único rescate aceptable, 18 de junio
Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los
hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por
todos.
1 Timoteo 2:5, 6
.
Mediante Cristo, se dan al hombre tanto restauración como reconci-
liación. El abismo abierto por el pecado ha sido salvado por la cruz del
Calvario. Un rescate pleno y completo ha sido pagado por Jesús en virtud
del cual es perdonado el pecador y es mantenida la justicia de la ley. Todos
los que creen que Cristo es el sacrificio expiatorio pueden ir y recibir el
perdón de sus pecados, pues mediante los méritos de Cristo se ha abierto la
comunicación entre Dios y el hombre. Dios puede aceptarme como a su hijo
y yo puedo tener derecho a él y puedo regocijarme en él como en mi Padre
amante. Debemos centralizar nuestras esperanzas del cielo únicamente en
Cristo, pues él es nuestro sustituto y garantía...
Los mejores esfuerzos que pueda hacer el hombre con su propio poder
son ineficaces para responder ante la ley santa y justa que ha transgredido,
pero mediante la fe en Cristo puede demandar la justicia del Hijo de Dios
como plenamente suficiente. Cristo satisfizo las demandas de la ley en
su naturaleza humana. Llevó la maldición de la ley por el pecador, hizo
expiación para él a fin de que cualquiera que cree en él, no se pierda sino
tenga vida eterna. La fe genuina se apropia de la justicia de Cristo y el
pecador es hecho vencedor con Cristo, pues se lo hace participante de la
naturaleza divina, y así se combinan la divinidad y la humanidad.
El que está intentando alcanzar el cielo por sus propias obras al guardar
la ley, está intentando un imposible. El hombre no puede ser salvado sin
la obediencia, pero sus obras no deben ser propias. Cristo debe efectuar
en él tanto el querer como el hacer la buena voluntad de Dios... Todo
lo que el hombre pueda hacer sin Cristo está contaminado con egoísmo
y pecado, pero lo que se efectúa mediante la fe es aceptable ante Dios.
El alma hace progresos cuando procuramos ganar el cielo mediante los
méritos de Cristo. Contemplando a Jesús, el autor y consumador de nuestra
fe, podemos proseguir de fortaleza en fortaleza, de victoria en victoria.—
Mensajes Selectos 1:426, 427
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