Página 184 - La Maravillosa Gracia de Dios (1973)

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El inconmensurable sacrificio del padre, 17 de junio
En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios,
sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación
por nuestros pecados.
1 Juan 4:10
.
El amor es el principio fundamental del gobierno de Dios en los cielos y
en la tierra, y debe ser el fundamento del carácter del cristiano... Y el amor
se revelará en el sacrificio.
El plan de redención fue fundado en el sacrificio, un sacrificio tan amplio
y tan profundo y tan alto que es inconmensurable. Cristo lo dio todo por
nosotros, y aquellos que reciben a Cristo deben estar listos a sacrificarlo
todo por la causa de su Redentor.—
Palabras de Vida del Gran Maestro, 33
.
Cuando el pecado de Adán hundió a la raza en la miseria y la desespe-
ración, Dios podría haberse separado de los caídos. Podría haberlos tratado
como merecen que se trate a los pecadores. Podría haber enviado a sus án-
geles para que derramaran sobre nuestro mundo las copas de su ira. Podría
haber hecho desaparecer esta oscura mancha del universo. Pero no lo hizo.
En lugar de echarla de su presencia, se acercó más a la raza caída. Dio a
su Hijo para que llegara a ser hueso de nuestro hueso, y carne de nuestra
carne...
El don de Dios en favor del hombre excede a todo cálculo. Nada se
escatimó. Dios no podía permitir que se dijera que podía haber hecho algo
más, que podía revelar a la humanidad un amor mayor. En el don de Cristo,
dio todo el cielo.—
Hijos e Hijas de Dios, 13
.
Los que han profesado amar a Cristo no han comprendido la relación que
existe entre ellos y Dios, y todavía apenas si la comprenden oscuramente.
Tan sólo vagamente comprenden la maravillosa gracia de Dios al dar a su
unigénito Hijo para la salvación del mundo.—
Mensajes Selectos 1:156
.
A fin de conquistarse al hombre y asegurar su eterna salvación, Cristo
dejó las cortes reales del cielo, y vino a esta tierra, soportó las agonías
del pecado y la vergüenza en lugar del hombre, y murió para libertarle.
En vista del precio infinito pagado por la redención del hombre, ¿cómo
puede cualquiera que profese el nombre de Cristo atreverse a tratar con
indiferencia a uno de sus pequeñuelos? ... ¡Con cuánta paciencia, bondad y
afecto debieran tratar lo adquirido por la sangre de Cristo!—
Joyas de los
Testimonios 2:258
.
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