El mismo cielo en peligro, 16 de junio
Haré más precioso que el oro fino al varón, y más que el oro de Ofir al
hombre.
Isaías 13:12
.
¿Quién puede estimar el valor de un alma? Si queréis saber su valor, id
al Getsemaní, y allí velad con Cristo durante esas horas de angustia, cuando
su sudor era como grandes gotas de sangre. Mirad al Salvador pendiente
de la cruz. Oíd su clamor desesperado: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué
me has desamparado?”
Marcos 15:34
. Mirad la cabeza herida, el costado
atravesado, los pies maltrechos. Recordad que Cristo lo arriesgó todo. Por
nuestra redención el cielo mismo se puso en peligro. Podréis estimar el
valor de un alma al pie de la cruz, recordando que Cristo habría entregado
su vida por un solo pecador.
Si estáis en comunión con Cristo, estimaréis a cada ser humano como
él lo estima. Sentiréis hacia otros el mismo amor profundo que Cristo ha
sentido por nosotros. Entonces podréis ganar y no ahuyentar, atraer y no
repeler a aquellos por quienes él murió... Cuanto mayor sea su pecado y
más profunda su miseria, más fervientes y tiernos serán vuestros esfuerzos
por curarlos. Comprenderéis la necesidad de los que sufren, los que han
pecado contra Dios y están oprimidos por una carga de culpabilidad. Vuestro
corazón sentirá simpatía por ellos, y les extenderéis una mano ayudadora.—
Palabras de Vida del Gran Maestro, 180
.
Cristo, y Cristo crucificado debiera ser el tema de nuestros pensamientos
y debiera sacudir las más profundas emociones de nuestras almas... Sólo por
medio de la cruz podemos calcular el precio de una sola alma. Tanto valen
los hombres por los cuales Cristo murió, que el Padre está satisfecho por
el precio infinito que se pagó por la salvación del hombre al entregar a su
propio Hijo para que muriera por su redención. ¡Qué sabiduría, misericordia
y amor en su plenitud se manifiestan aquí! El precio de un hombre se conoce
sólo yendo al Calvario. En el misterio de la cruz de Cristo podemos calcular
el valor de un hombre.—
Testimonies for the Church 2:634, 635
.
¡Cuán gloriosas son las posibilidades presentadas delante de la raza
caída! Mediante su Hijo, Dios ha revelado la excelencia que puede alcanzar
el hombre.—
A Fin de Conocerle, 136
.
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