Página 182 - La Maravillosa Gracia de Dios (1973)

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El sacrificio de amor, 15 de junio
Andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí
mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante.
Efesios 5:2
.
Esta es la oblación de una vida ofrendada en nuestro favor, para que
seamos todo lo que él desea que lleguemos a ser: representantes de él,
revelando la fragancia de su carácter, sus propios pensamientos puros, sus
atributos divinos tal como se manifiestan en su vida humana santificada, a
fin de que otros puedan observarlo en su forma humana y... sean inducidos
a desear ser semejantes a Cristo: puros, incontaminados, plenamente acep-
tables a Dios, sin mancha, ni arruga, ni cosa semejante.—
The S.D.A. Bible
Commentary 6:1118
.
¡Con qué fervor Cristo realizó la obra de nuestra salvación! ¡Qué de-
voción reveló su vida mientras procuraba dar estimación al hombre caído
mediante la imputación de los méritos de su propia inmaculada justicia a
cada pecador arrepentido y creyente! ¡Cuán incansablemente trabajó! En
el templo y en la sinagoga, en las calles de las ciudades, en los mercados,
en el taller, a la orilla del mar, entre las colinas, él predicó el Evangelio y
sanó a los enfermos. Dio todo de sí, a fin de poder obrar el plan de la gracia
redentora.—
En Lugares Celestiales, 45
.
Cristo ofreció su cuerpo quebrantado para comprar de nuevo la herencia
de Dios, a fin de dar al hombre otra oportunidad. “Por lo cual puede también
salvar eternamente a los que por él se allegan a Dios, viviendo siempre para
interceder por ellos”.
Hebreos 7:25
. Cristo intercede por la raza perdida
mediante su vida inmaculada, su obediencia y su muerte en la cruz del
Calvario. Y ahora, no como un mero suplicante, intercede por nosotros el
Capitán de nuestra salvación, sino como un Conquistador que reclama su
victoria. Su ofrenda es completa, y como Intercesor nuestro ejecuta la obra
que él mismo señaló, sosteniendo delante de Dios el incensario que contiene
sus méritos inmaculados, y las oraciones, las confesiones y las ofrendas
de agradecimiento de su pueblo. Ellas, perfumadas con la fragancia de la
justicia de Cristo, ascienden hasta Dios en olor suave. La ofrenda se hace
completamente aceptable, y el perdón cubre toda transgresión.—
Palabras
de Vida del Gran Maestro, 142
.
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