El valor de un alma, 14 de junio
¿O ignoráis que... no sois vuestros? Porque habéis sido comprados
por precio.
1 Corintios 6:19, 20
.
Todos los hombres han sido comprados por este precio infinito. Al
derramar todos los tesoros del cielo en este mundo, al darnos en Cristo todo
el cielo, Dios ha comprado la voluntad, los afectos, la mente, el alma de
cada ser humano. Todos los hombres pertenecen a Dios, ya sean creyentes
o incrédulos.—
Palabras de Vida del Gran Maestro, 306
.
Somos suyos por la creación y por la redención. Nuestros propios
cuerpos no nos pertenecen para tratarlos como nos agrada, para arruinarlos
por hábitos que conducen a la decadencia, haciendo imposible rendir a Dios
un servicio perfecto. Nuestra vida y todas nuestras facultades le pertenecen
a él. El cuida de nosotros en todo momento; él mantiene la maquinaria viva
en acción; si se nos dejara para que nosotros la accionáramos durante sólo
un instante, moriríamos. Dependemos absolutamente de Dios.
Captamos una gran lección cuando entendemos nuestra relación con
Dios, y su relación con nosotros. Las palabras: “No sois vuestros, porque
comprados sois por precio”, deben colgarse en los vestíbulos de nuestra me-
moria, para que siempre reconozcamos el derecho que Dios tiene a nuestros
talentos, nuestras propiedades, nuestra influencia, nuestro yo individual.
Hemos de aprender cómo tratar este don de Dios, la mente, el alma y el
cuerpo, para que, como posesión comprada por Cristo, hagamos un servicio
saludable y salvador para él.—
Testimonios para los Ministros, 429, 430
.
La riqueza del mundo se hunde en la insignificancia cuando se la compa-
ra con el valor de una sola alma por la cual murió nuestro Señor y Maestro.
El que pesa en balanza las colinas y las montañas, considera de infinito
valor el alma humana.—
Testimonies for the Church 4:261
.
Impresionad a los jóvenes con el pensamiento de que no se pertenecen
a sí mismos, sino a Cristo. Fueron comprados por su sangre, y su amor los
requiere. Viven porque él los guarda con su poder. Su tiempo, su fuerza, sus
aptitudes son de Cristo; es menester desarrollarlas y perfeccionarlas a fin
de emplearlas en beneficio de él.—
El Ministerio de Curación, 308
.
Cristo os compró por un precio elevado y os ofrece gracia y gloria si
queréis recibirla.—
Testimonies for the Church 2:289
.
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