Página 188 - La Maravillosa Gracia de Dios (1973)

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Comprados sin dinero, 21 de junio
Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que
os fue dada en Cristo Jesús.
1 Corintios 1:4
.
Hay muchos que esperan merecer por sus propias obras el favor de
Dios. No comprenden su impotencia. No aceptan la gracia de Dios como
un don gratuito, sino que tratan de levantarse a sí mismos con su justicia
propia.—
Palabras de Vida del Gran Maestro, 225
.
El Salvador comparó las bendiciones del amor redentor con una preciosa
perla.
Mateo 13:45, 46
...
En la parábola, la perla no es presentada como dádiva. El tratante la
compró a cambio de todo lo que tenía. Muchos objetan el significado de
esto, puesto que Cristo es presentado en las Escrituras como un don. Él es
un don, pero únicamente para aquellos que se entregan a él sin reservas,
en alma, cuerpo y espíritu. Hemos de entregarnos a Cristo para vivir una
vida de voluntaria obediencia a todos sus requerimientos. Todo lo que
somos, todos los talentos y facultades que poseemos son del Señor, para
ser consagrados a su servicio. Cuando de esta suerte nos entregamos por
completo a él, Cristo, con todos los tesoros del cielo, se da a sí mismo a
nosotros. Obtenemos la perla de gran precio.
La salvación es un don gratuito, y sin embargo ha de ser comprada y ven-
dida. En el mercado administrado por la misericordia divina, se representa
la perla preciosa vendiéndose sin dinero y sin precio...
El Evangelio de Cristo es una bendición que todos pueden poseer. El
más pobre es tan capaz de comprar la salvación como el más rico; porque
no se puede conseguir por ninguna cantidad de riqueza mundanal. La
obtenemos por una obediencia voluntaria, entregándonos a Cristo como su
propia posesión comprada...
Hemos de buscar la perla de gran precio, pero no en los emporios del
mundo y por medio de los métodos mundanos. El precio que se nos exige no
es oro ni plata, porque estas cosas pertenecen a Dios. Abandonad la idea de
que las ventajas temporales o espirituales ganarán vuestra salvación. Dios
pide vuestra obediencia voluntaria.—
Ibid. 102, 103
. (Traducción revisada.)
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