Página 194 - La Maravillosa Gracia de Dios (1973)

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El misterio de los misterios, 27 de junio
E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue
manifestado en carne, justificado en el Espíritu, visto de los ángeles,
predicado a los gentiles, creído en el mundo, recibido arriba en gloria.
1 Timoteo 3:16
.
¡Qué misterio de los misterios! Es difícil que la razón capte la majestad
de Cristo, el misterio de la redención. Se ha erigido la vergonzosa cruz,
los clavos han perforado sus manos y pies, la cruel lanza ha perforado su
corazón y el precio de la redención ha sido pagado para la raza humana...
La redención es un tema inagotable digno de nuestra más íntima con-
templación. Va más allá de la comprensión del más profundo pensamiento,
del alcance de la imaginación más vívida...
Si estuviera Jesús con nosotros hoy, nos diría como dijo a sus discípulos:
“Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrelle-
var”.
Juan 16:12
. Jesús anhelaba desplegar ante la mente de sus discípulos
profundas y vivientes verdades, pero fue imposible por la mundanalidad de
ellos y su comprensión nublada y deficiente...
Los que han estado trabajando diligentemente en las minas de la Palabra
de Dios y han descubierto el precioso mineral en las ricas vetas de verdad,
en los divinos misterios que han estado ocultos durante siglos, ensalzarán al
Señor Jesús, la Fuente de toda verdad, revelando en sus caracteres el poder
santificador de lo que creen. Jesús y su gracia deben ser entronizados en el
santuario más íntimo del alma. Entonces él será revelado en palabras, en
oración, en exhortación, en la presentación de la sagrada verdad.—
Mensajes
Selectos 1:471-474
.
El misterio de la cruz explica todos los demás misterios. A la luz
que irradia del Calvario, los atributos de Dios que nos llenaban de temor
respetuoso nos resultan hermosos y atractivos. Se ve que la misericordia, la
compasión y el amor paternal se unen a la santidad, la justicia y el poder.
Al mismo tiempo que contemplamos la majestad de su trono, tan grande
y elevado, vemos su carácter en sus manifestaciones misericordiosas y
comprendemos, como nunca antes, el significado del apelativo conmovedor:
“Padre nuestro”.—
El Conflicto de los Siglos, 710
.
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