Página 195 - La Maravillosa Gracia de Dios (1973)

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Riquezas inescrutables, 28 de junio
A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue
dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el Evangelio de las
inescrutables riquezas de Cristo.
Efesios 3:8
.
No es por causa de restricción alguna por parte de Dios por lo que las
riquezas de su gracia no fluyen hacia la tierra, a los hombres. Si todos
tuvieran la voluntad de recibir, todos serían llenados de su Espíritu.
Es el privilegio de toda alma ser un canal vivo por medio del cual Dios
pueda comunicar al mundo los tesoros de su gracia, las inescrutables ri-
quezas de Cristo. No hay nada que Cristo desee tanto como agentes que
representen al mundo su Espíritu y carácter. No hay nada que el mundo
necesite tanto como la manifestación del amor del Salvador mediante la
humanidad. Todo el cielo está esperando que haya canales por medio de los
cuales pueda derramarse el aceite santo para que sea un gozo y una ben-
dición para los corazones humanos.—
Palabras de Vida del Gran Maestro,
345
.
“Dios, que es rico en misericordia, por su mucho amor con que nos
amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente
con Cristo... y juntamente nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los
cielos con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las
abundantes
riquezas
de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús”.
Efesios 2:4-7
.
Tales son las palabras que “Pablo el anciano”, “prisionero de Cristo
Jesús”, escribiendo desde su cárcel de Roma, se esforzó por presentar a sus
hermanos, aquello para cuya presentación plena el lenguaje le resultaba
inadecuado: “Las inescrutables riquezas de Cristo”, el tesoro de la gracia
que se ofrecía sin costo a los caídos hijos de los hombres.—
Joyas de los
Testimonios 2:326
.
Mientras vuestra alma suspire por Dios, encontraréis más y más de
las inescrutables riquezas de su gracia. Mientras las contempléis, llegaréis
a poseerlas y se os revelarán los méritos del sacrificio del Salvador, la
protección de su justicia, la perfección de su sabiduría y su poder para
presentarnos ante el Padre “sin mácula, y sin reprensión”.
2 Pedro 3:14
.—
Los Hechos de los Apóstoles, 453
.
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