Página 214 - La Maravillosa Gracia de Dios (1973)

Basic HTML Version

Modela de acuerdo con la semejanza divina, 15 de julio
Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que
nos ha dado.
1 Juan 3:24
.
La promesa del Espíritu Santo no se limita a ninguna edad ni raza. Cristo
declaró que la influencia divina de su Espíritu estaría con sus seguidores
hasta el fin. Desde el día de Pentecostés hasta ahora, el Consolador ha sido
enviado a todos los que se han entregado plenamente al Señor y a su servicio.
A todo el que ha aceptado a Cristo como Salvador personal, el Espíritu
Santo ha venido como consejero, santificador, guía y testigo. Cuanto más
cerca de Dios han andado los creyentes, más clara y poderosamente han
testificado del amor de su Redentor y de su gracia salvadora. Los hombres
y mujeres que a través de largos siglos de persecución y prueba gozaron
de una gran medida de la presencia del Espíritu en sus vidas, se destacaron
como señales y prodigios en el mundo. Revelaron ante los ángeles y los
hombres el poder transformador del amor redentor.
Aquellos que en Pentecostés fueron dotados con el poder de lo alto,
no quedaron desde entonces libres de tentación y prueba. Como testigos
de la verdad y la justicia, eran repetidas veces asaltados por el enemigo de
toda verdad, que trataba de despojarlos de su experiencia cristiana. Estaban
obligados a luchar con todas las facultades dadas por Dios para alcanzar
la medida de la estatura de hombres y mujeres en Cristo Jesús. Oraban
diariamente en procura de nuevas provisiones de gracia para poder elevarse
más y más hacia la perfección. Bajo la obra del Espíritu Santo, aun los más
débiles, ejerciendo fe en Dios, aprendían a desarrollar las facultades que les
habían sido confiadas y llegaron a ser santificados, refinados y ennoblecidos.
Mientras se sometían con humildad a la influencia modeladora del Espíritu
Santo, recibían de la plenitud de la Deidad y eran amoldados a la semejanza
divina...
El Espíritu Santo quita los afectos de las cosas de esta tierra, y llena
el alma con un deseo de santidad... Si los hombres están dispuestos a ser
amoldados, se efectuará la santificación de todo el ser. El Espíritu tomará
las cosas de Dios y las imprimirá en el alma.—
Los Hechos de los Apóstoles,
40-43
.
[205]
210