Página 225 - La Maravillosa Gracia de Dios (1973)

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El pecado que Dios no puede perdonar, 26 de julio
Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los
hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada.
Mateo 12:31
.
Cualquiera que sea el pecado, si el alma se arrepiente y cree, la culpa
queda lavada en la sangre de Cristo; pero el que rechaza la obra del Espíritu
Santo se coloca donde el arrepentimiento y la fe no pueden alcanzarle. Es
por el Espíritu Santo como obra Dios en el corazón; cuando los hombres
rechazan voluntariamente al Espíritu y declaran que es de Satanás, cortan el
conducto por el cual Dios puede comunicarse con ellos. Cuando se rechaza
finalmente al Espíritu, no hay nada más que Dios pueda hacer para el alma...
No es Dios quien ciega los ojos de los hombres y endurece su corazón.
El les manda luz para corregir sus errores, y conducirlos por sendas seguras;
es por el rechazamiento de esta luz como los ojos se ciegan y el corazón se
endurece. Con frecuencia, esto se realiza gradual y casi imperceptiblemente.
Viene luz al alma por la Palabra de Dios, por sus siervos, o por la inter-
vención directa de su Espíritu; pero cuando un rayo de luz es despreciado,
se produce un embotamiento parcial de las percepciones espirituales, y se
discierne menos claramente la segunda revelación de la luz. Así aumentan
las tinieblas, hasta que anochece en el alma...
No es necesario que elijamos deliberadamente el servicio del reino de
las tinieblas para pasar bajo su dominio. Basta que descuidemos de aliarnos
con el reino de la luz... La manifestación más común del pecado contra
el Espíritu Santo consiste en despreciar persistentemente la invitación del
Cielo a arrepentirse. Cada paso dado hacia el rechazamiento de Cristo, es
un paso hacia el rechazamiento de la salvación y hacia el pecado contra el
Espíritu Santo.—
El Deseado de Todas las Gentes, 288-292
.
Cuando el alma se entrega a Cristo, un nuevo poder se posesiona del
nuevo corazón. Se realiza un cambio que ningún hombre puede realizar por
su cuenta. Es una obra sobrenatural, que introduce un elemento sobrenatural
en la naturaleza humana. El alma que se entrega a Cristo, llega a ser una
fortaleza suya.—
Ibid. 291
.
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