Aceite para nuestras lámparas, 25 de julio
Las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus
lámparas.
Mateo 25:4
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[En la parábola de las diez vírgenes] las dos clases de personas que
esperaban representan dos clases que profesan estar esperando a su Señor.
Se las llama vírgenes porque profesan una fe pura. Las lámparas representan
la Palabra de Dios... El aceite es un símbolo del Espíritu Santo...
En la parábola todas las vírgenes salieron a recibir al esposo. Todas
tenían lámparas y vasijas para aceite. Por un tiempo parecía no haber
diferencia entre ellas. Tal ocurre con la iglesia que vive precisamente
antes de la segunda venida de Cristo. Todos tienen el conocimiento de
las Escrituras. Todos han oído el mensaje de la pronta venida de Cristo, y
esperan confiadamente su aparición. Pero así como ocurrió en la parábola,
ocurre hoy en día. Interviene un tiempo de espera, la fe es probada; y cuando
se oye el clamor: “He aquí, el esposo viene; salid a recibirle”, muchos no
están listos... Están destituidos del Espíritu Santo. Sin el Espíritu de Dios,
un conocimiento de su Palabra no tiene valor. La teoría de la verdad, cuando
no va acompañada del Espíritu Santo, no puede avivar el alma o santificar el
corazón... Sin la iluminación del Espíritu, los hombres no podrán distinguir
la verdad del error, y caerán bajo las tentaciones maestras de Satanás...
La gracia de Dios ha sido libremente ofrecida a toda alma... Pero el
carácter es intransferible. Ningún hombre puede creer por otro. Ningún
hombre puede recibir el Espíritu por otro. Nadie puede impartir a otro el
carácter que es el fruto de la obra del Espíritu...
No podemos estar listos para encontrar al Señor despertándonos cuando
se oye el clamor: “He aquí el esposo”, y entonces recoger nuestras lámparas
vacías para llenarlas... En la parábola, las vírgenes prudentes tenían aceite
en las vasijas de sus lámparas. Su luz ardió con llama viva a través de la
noche de vela... Así los seguidores de Cristo han de verter luz sobre las
tinieblas del mundo. Por medio del Espíritu Santo, la Palabra de Dios es
una luz cuando llega a ser un poder transformador en la vida.—
Palabras de
Vida del Gran Maestro, 341
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