Página 227 - La Maravillosa Gracia de Dios (1973)

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Para los que buscan, 28 de julio
Yo soy Jehová vuestro Dios; vosotros por tanto os santificaréis, y
seréis santos, porque yo soy santo.
Levítico 11:44
.
La gloria de Dios consiste en otorgar su poder a sus hijos. Desea ver a los
hombres alcanzar la más alta norma: y serán hechos perfectos en él cuando
por fe echen mano del poder de Cristo, cuando recurran a sus infalibles
promesas reclamando su cumplimiento, cuando con una importunidad que
no admita rechazamiento, busquen el poder del Espíritu Santo...
Ante los creyentes se presenta la maravillosa posibilidad de llegar a ser
semejantes a Cristo, obedientes a todos los principios de la ley de Dios.
Pero por sí mismo el hombre es absolutamente incapaz de alcanzar esas
condiciones. La santidad, que según la Palabra de Dios debe poseer antes
de poder ser salvo, es el resultado del trabajo de la gracia divina sobre el
que se somete en obediencia a la disciplina y a las influencias refrendadoras
del Espíritu de verdad. La obediencia del hombre puede ser hecha perfecta
únicamente por el incienso de la justicia de Cristo, que llena con fragancia
divina cada acto de acatamiento. La parte que le toca a cada cristiano es
perseverar en la lucha por vencer cada falta. Constantemente debe orar al
Salvador para que sane las dolencias de su alma enferma por el pecado.
El hombre no tiene la sabiduría y la fuerza para vencer; ellas vienen del
Señor, y él las confiere a los que en humillación y contrición buscan su
ayuda.—
Los Hechos de los Apóstoles, 423, 424
.
El Espíritu Santo será dado a los que buscan su poder y gracia y ayudará
nuestras flaquezas cuando tengamos una audiencia con Dios. El cielo está
abierto a nuestras peticiones y se nos invita a ir “confiadamente al trono
de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno
socorro”.
Hebreos 4:16
. Debemos ir con fe, creyendo que obtendremos
exactamente las cosas que le pedimos.—
En Lugares Celestiales, 82
.
Si en vuestra alma sentís necesidad, si tenéis hambre y sed de justicia,
es indicación de que Cristo influyó en vuestro corazón para que le pidáis
que haga por intermedio del Espíritu Santo lo que os es imposible.—
El
Discurso Maestro de Jesucristo, 24
.
Si vaciamos el alma del yo, él suplirá todas nuestras necesidades.—
Testimonies for the Church 7:213
.
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