Por la gracia de Dios, 15 de enero
Siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la
redención que es en Cristo Jesús.
Romanos 3:24
.
En muchas de sus parábolas, Cristo emplea la expresión, “el reino de
los cielos”, para designar la obra de la gracia divina en los corazones de
los hombres... El reino de la gracia fue instituido inmediatamente después
de la caída del hombre, cuando se ideó un plan para la redención de la
raza culpable. Este reino existía entonces en el designio de Dios y por su
promesa; y mediante la fe los hombres podían hacerse sus súbditos.—
El
Conflicto de los Siglos, 395, 396
.
El ejercicio de la fuerza es contrario a los principios del gobierno de
Dios; él desea tan sólo el servicio de amor... El conocer a Dios es amarle;
su carácter debe ser manifestado en contraste con el carácter de Satanás. En
todo el universo había un solo ser que podía realizar esta obra. Únicamente
Aquel que conocía la altura y la profundidad del amor de Dios, podía darlo
a conocer...
El plan de nuestra redención no fue una reflexión ulterior, formulada
después de la caída de Adán. Fue una revelación “del misterio que por
tiempos eternos fue guardado en silencio”.
Romanos 16:25 (VM)
. Fue una
manifestación de los principios que desde edades eternas habían sido el
fundamento del trono de Dios... Dios no ordenó que el pecado existiese,
sino que previó su existencia, e hizo provisión para hacer frente a la terrible
emergencia. Tan grande fue su amor por el mundo, que se comprometió a
dar a su Hijo unigénito “para que todo aquel que en él cree, no se pierda,
mas tenga vida eterna”.
Juan 3:16
.—
El Deseado de Todas las Gentes, 13,
14
.
Tan pronto como hubo pecado, se manifestó el Salvador. Cristo sabía
que tenía que sufrir, no obstante lo cual llegó a ser el sustituto del hombre.
Tan pronto como Adán pecó, el Hijo de Dios se presentó a sí mismo como
la garantía de la raza humana, con tanto poder para desviar la condenación
pronunciada sobre el pecador como cuando murió en la cruz del Calvario.—
The S.D.A. Bible Commentary 1:1084
.
¡Qué amor! ¡Qué asombrosa condescendencia! ¡El Rey de gloria propo-
ne humillarse a sí mismo para ponerse al nivel de la humanidad caída!—
Ibid.
1085
.
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