La recompensa, 24 de agosto
He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar
a cada uno según sea su obra.
Apocalipsis 22:12
.
En su disposición divina, mediante su favor inmerecido, el Señor ha
ordenado que las buenas obras sean recompensadas. Somos aceptados
únicamente a través del mérito de Cristo; y los actos de misericordia, las
obras de caridad que realizamos, son el fruto de la fe, y se convierten en
una bendición para nosotros, porque los hombres deben ser recompensados
según sus obras. Es la fragancia del mérito de Cristo la que hace que
nuestras buenas obras sean aceptas ante Dios y es la gracia la que nos
capacita para hacer la obra que él recompensará. Nuestras obras carecen
de todo mérito por sí mismas... No merecemos gracia de parte de Dios.
Hemos hecho únicamente lo que era nuestro deber hacer, y nuestras obras no
podrían haber sido realizadas con las fuerzas de nuestras propias naturalezas
pecaminosas.—
Nuestra Elevada Vocación, 124
.
Debemos... añadir a todas nuestras obras la luz y la gracia de Cristo.
Debemos asirnos de Cristo y aferrarnos a él hasta que el poder transformador
de su gracia sea manifestado en nosotros. Necesitamos tener fe en Cristo
si queremos reflejar el carácter divino... La fe en la Palabra de Dios y
el poder transformador de Cristo capacitan al creyente para realizar sus
obras.—
Joyas de los Testimonios 3:426
.
Cristo confía “sus bienes” a sus siervos: algo que puedan usar para él.
Da “a cada uno su obra”... Tan ciertamente como hay un lugar preparado
para nosotros en las mansiones celestiales, hay un lugar designado en la
tierra donde hemos de trabajar para Dios...
Cristo nos ha pagado nuestro salario, su propia sangre y sufrimiento,
para obtener nuestro servicio voluntario. Vino a nuestro mundo para darnos
un ejemplo de cómo debemos trabajar, y qué espíritu debiéramos manifestar
en nuestra labor. Desea que estudiemos la mejor forma de hacer adelantar
su obra y glorificar su nombre en el mundo.—
Palabras de Vida del Gran
Maestro, 306, 310
.
La santificación del alma por la obra del Espíritu Santo es la implanta-
ción de la naturaleza de Cristo en la humanidad.—
Ibid. 316
.
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