Para la necesidad de hoy, 10 de septiembre
Como tus días serán tus fuerzas.
Deuteronomio 33:25
.
La promesa no dice que hoy tendremos fuerza para una emergencia
futura, que las dificultades futuras anticipadas tendrán una provisión de
antemano, antes de que nos aflijan. Podemos, si andamos por fe, esperar
fortaleza y provisión tan pronto como nuestras circunstancias lo exijan.
Vivimos por fe, no por vista. El Señor ha dispuesto que le pidamos todas
las cosas que necesitamos. La gracia necesaria para mañana no será dada
hoy. La necesidad de los hombres es la oportunidad de Dios... La gracia de
Dios nunca es concedida para ser malgastada, para que se haga mal uso de
ella o se pervierta, o para que se deje enmohecer por el desuso...
Mientras lleváis las responsabilidades diarias, en el amor y el temor de
Dios, como hijos obedientes que andan en toda humildad de mente, se os
dará la fortaleza y la sabiduría de Dios para hacer frente a toda circunstancia
difícil...
Debemos mantenernos cada día cerca de la Fuente de nuestra fortaleza, y
cuando el enemigo venga como inundación, el Espíritu del Señor nos elevará
y levantará un estandarte contra el enemigo. La promesa de Dios es segura,
nos dice que la fuerza será proporcional a nuestros días. Debemos confiar
en lo futuro únicamente en la fuerza que nos es dada para las necesidades
presentes... No toméis prestada la ansiedad del futuro.—
Nuestra Elevada
Vocación, 127
.
Muchos se abaten anticipando las dificultades futuras. Están constante-
mente tratando de imponer las cargas de mañana al día de hoy. Así muchas
de sus pruebas son imaginarias. Para los tales, Jesús no hizo provisión.
Prometió gracia únicamente para el día. Nos ordena que no carguemos con
los cuidados y dificultades de mañana...
El Señor requiere de nosotros que cumplamos los deberes de hoy, y
soportemos sus pruebas. Hemos de velar hoy para no ofender ni en palabras
ni en hechos. Debemos alabar y honrar a Dios hoy. Por el ejercicio de una
fe viva hoy, hemos de vencer al enemigo. Debemos buscar a Dios hoy, y
estar resueltos a no permanecer satisfechos sin su presencia. Debemos velar,
obrar y orar como si éste fuese el último día que se nos concede.—
Joyas de
los Testimonios 2:59, 60
.
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