Para el hambriento y el sediento, 5 de noviembre
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos
serán saciados.
Mateo 5:6
.
Ojalá pudieseis concebir las ricas provisiones de gracia y poder que
están esperando vuestro requerimiento. Los que tengan hambre y sed de
justicia serán saciados. Debemos ejercer mayor fe al pedir a Dios todas las
bendiciones que necesitamos.—
Testimonies for the Church 5:17
.
La fortaleza adquirida al orar a Dios, unida al esfuerzo individual y a la
preparación de la mente para que sea considerada y cuidadosa, prepara a
la persona para los deberes diarios y conserva el espíritu en paz bajo toda
circunstancia, por penosa que sea. Las tentaciones a que estamos expuestos
diariamente hacen de la oración una necesidad. A fin de que podamos ser
guardados por el poder de Dios, por medio de la fe, los deseos de la mente
debieran ascender en forma constante en oración silenciosa suplicando
ayuda, luz, fortaleza y conocimiento. Pero la meditación y la oración no
pueden desplazar el ferviente y fiel aprovechamiento del tiempo. Se necesita
a la vez trabajo y oración para perfeccionar el carácter cristiano.
Debemos vivir una vida doble: una vida de pensamiento y acción,
de oración silenciosa y ferviente trabajo... Dios requiere de nosotros que
seamos cartas vivientes, conocidas y leídas por todos los hombres. El alma
que se vuelve a Dios en procura de fortaleza, apoyo, poder, mediante diaria
y ferviente oración, tendrá nobles aspiraciones, percepciones claras de
la verdad y del deber, elevados propósitos en cuanto a la acción, y una
constante hambre y sed de justicia.—
Ibid. 4:459, 460
.
Comprendamos la debilidad de la humanidad y veamos dónde falla el
hombre en su suficiencia propia. Entonces nos llenaremos del deseo de ser
exactamente lo que Dios quiere que seamos: puros, nobles, santificados.
Tendremos hambre y sed de la justicia de Cristo. Ser semejantes a Dios
será el deseo supremo del alma. Este fue el deseo que llenó el corazón de
Enoc. Y leemos que caminó con Dios. Estudió el carácter de Dios con un
propósito. No trazaba su propio camino ni hacía su propia voluntad... Luchó
para conformarse a la semejanza divina.—
The S.D.A. Bible Commentary
1:1087
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