¿Y las buenas obras? 19 de noviembre
Somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las
cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.
Efesios 2:10
.
Nuestra aceptación por parte de Dios es segura únicamente por medio
de su amado Hijo, y las buenas obras son sólo el resultado de la operación
de su amor perdonador del pecado. No se acreditan a nuestra cuenta, ni se
nos concede nada por nuestras buenas obras para que por ellas podamos
reclamar una parte en la salvación de nuestras almas. La salvación es el don
gratuito de Dios para el creyente, que se le otorga sólo por causa de Cristo.
El alma conturbada puede encontrar paz por medio de la fe en Cristo, y esta
paz será proporcional a su fe y confianza. No puede presentar sus buenas
obras como un argumento para la salvación de su alma.
Pero, ¿no tienen ningún valor las buenas obras realmente? El pecador
que peca impunemente cada día, ¿es considerado por Dios con la misma
simpatía que aquel que por fe en Cristo trata de obrar en su integridad? Las
Escrituras responden: “Somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para
buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos
en ellas”. En su divino plan, por medio de su favor inmerecido, el Señor ha
establecido que las buenas obras sean recompensadas. Somos aceptados
únicamente por los méritos de Cristo; y los actos de misericordia, los hechos
de caridad que realizamos, son los frutos de la fe; y llegan a ser bendición
para nosotros; porque los hombres han de ser recompensados de acuerdo
con sus obras. Por la fragancia del mérito de Cristo nuestras buenas obras
son aceptadas por Dios, y es la gracia la que nos capacita para hacer las
buenas obras por las cuales se nos recompensa. Nuestras obras no tienen
valor en ellas mismas ni por sí mismas. Una vez que hayamos hecho todo
lo posible, debiéramos considerarnos siervos inútiles. No merecemos los
agradecimientos de Dios. Hemos cumplido solamente con nuestro deber, y
nuestras obras no podrían haberse llevado a cabo con la fuerza de nuestra
propia naturaleza pecaminosa. El Señor nos insta a acercarnos a él y él se
acercará a nosotros; y al acercarnos a él recibiremos la gracia.—
The S.D.A.
Bible Commentary 5:1122
.
[332]
342