Un yelmo para protección, 26 de enero
Y tomad el yelmo de la salvación.
Efesios 6:17
.
Dios manda que llenemos la mente con pensamientos grandes y puros.
Desea que meditemos en su amor y misericordia, que estudiemos su obra
maravillosa en el gran plan de la redención. Entonces podremos comprender
la verdad con claridad cada vez mayor, nuestro deseo de pureza de corazón
y claridad de pensamiento será más elevado y más santo. El alma que mora
en la atmósfera pura de los pensamientos santos, será transformada por la
comunión con Dios por medio del estudio de las Escrituras.—
Palabras de
Vida del Gran Maestro, 43, 44
.
La mente debe ser educada y disciplinada para amar la pureza. El
amor por las cosas espirituales debe ser alentado. Sí, debe ser estimulado,
si se quiere crecer en gracia y en el conocimiento de la verdad... Los
buenos propósitos son loables, pero no tendrán valor a menos que se lleven
resueltamente a cabo. Muchos se perderán aunque esperaron y desearon ser
cristianos, pero no hicieron esfuerzos fervientes; por lo tanto, serán pesados
en la balanza y hallados faltos. La voluntad debe ejercerse en la debida
dirección diciendo:
Quiero
ser un cristiano consagrado.
Quiero
conocer la
longitud, la anchura, la altura y la profundidad del amor perfecto. Escuchad
las palabras de Jesús: “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de
justicia porque ellos serán hartos”.
Mateo 5:6
. Cristo ha hecho amplia
provisión para satisfacer el alma que tiene hambre y sed de justicia.—
Joyas
de los Testimonios 1:241
.
Debiéramos meditar en las Escrituras, pensando seria y sinceramente en
las cosas que atañen a nuestra salvación eterna. La infinita misericordia y
amor de Jesús, el sacrificio hecho por nosotros, exigen una seria y solemne
reflexión. Debiéramos espaciarnos en el carácter de nuestro querido Reden-
tor e Intercesor. Debiéramos procurar comprender el significado del plan de
salvación. Debiéramos meditar en la misión de Aquel que vino para salvar
a su pueblo de sus pecados. Nuestra fe y amor se fortalecerán a través de
la contemplación de los temas celestiales. Nuestras oraciones serán más y
más aceptables a Dios porque estarán más y más mezcladas con fe y amor.
Serán más inteligentes y fervorosas.—
Nuestra Elevada Vocación, 115
.
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