El campo de batalla, 28 de enero
Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra
principados, contra potestades, contra los gobernadores de las
tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las
regiones celestes.
Efesios 6:12
.
El mundo caído es el campo de batalla del mayor conflicto que el
universo celestial y los poderes de la tierra hayan presenciado jamás. Fue
señalado como el escenario en el cual se libraría la mayor lucha entre el
bien y el mal, entre el cielo y el infierno. Todo ser humano desempeña
una parte en este conflicto. Nadie puede permanecer en terreno neutral.
Los hombres pueden aceptar o rechazar al Redentor del mundo. Todos son
testigos, en favor o en contra de Cristo. Cristo llama a los que se alistan bajo
su estandarte para que entren con él en el conflicto como fieles soldados,
para que puedan heredar la corona de la vida.—
Hijos e Hijas de Dios, 244
.
Cada día debemos librar combates. Una gran batalla se libra en cada
alma, entre el príncipe de las tinieblas y el de la vida... Como instrumentos
de Dios, debéis someteros a él, para que él pueda planear, dirigir y librar
la batalla por vosotros, con vuestra cooperación. El Príncipe de la vida
está al frente de su obra. Os acompañará en vuestro combate cotidiano
contra el yo, para que podáis ser leales a los principios, para que la pasión,
cuando luche por obtener el predominio, sea sometida por la gracia de
Cristo; para que salgáis más que vencedores por medio de Aquel que nos
amó. Jesús ha estado en el campo de batalla. Conoce el poder de cada
tentación. Sabe cómo afrontar cada emergencia, y cómo guiaros por toda
senda de peligro.—
Ibid. 162
. (Traducción revisada.)
Dios tendrá un pueblo celoso para las buenas obras, firme en medio de
las contaminaciones de esta época de degeneración. Habrá un pueblo cuyos
miembros se aferrarán de tal manera a la fuerza divina que podrán resistir
a toda tentación. Los malos anuncios que se ven en llamativos carteles
pueden tratar de hablar a sus sentidos y corromper su mente, pero estarán
de tal manera unidos con Dios y los ángeles que serán como quienes no
ven ni oyen. Tienen que hacer una obra que nadie puede hacer por ellos,
la cual consiste en pelear la buena batalla de la fe y echar mano de la vida
eterna.—
Joyas de los Testimonios 1:398, 399
.
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