Página 377 - La Maravillosa Gracia de Dios (1973)

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El Edén restaurado, 18 de diciembre
Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en
medio del paraíso de Dios.
Apocalipsis 2:7
.
El huerto del Edén permaneció en la tierra mucho tiempo después que
el hombre fuera expulsado de sus agradables senderos. Durante mucho
tiempo después, se le permitió a la raza caída contemplar de lejos el hogar
de la inocencia, cuya entrada estaba vedada por los vigilantes ángeles. En
la puerta del paraíso, custodiada por los querubines, se revelaba la gloria
divina. Allí iban Adán y sus hijos a adorar a Dios. Allí renovaban sus votos
de obediencia a aquella ley cuya transgresión los había arrojado del Edén.
Cuando la ola de iniquidad cubrió al mundo, y la maldad de los hombres
trajo su destrucción por medio del diluvio, la mano que había plantado el
Edén lo quitó de la tierra. Pero en la final restitución, cuando haya “un cielo
nuevo, y una tierra nueva” (
Apocalipsis 21:1
), ha de ser restaurado más
gloriosamente embellecido que al principio.
Entonces los que hayan guardado los mandamientos de Dios respirarán
llenos de inmortal vigor bajo el árbol de la vida; y al través de las edades
sin fin los habitantes de los mundos sin pecado contemplarán en aquel
huerto de delicias un modelo de la perfecta obra de la creación de Dios,
incólume de la maldición del pecado, una muestra de lo que toda la tierra
hubiera llegado a ser si el hombre hubiera cumplido el glorioso plan de
Dios.—
Historia de los Patriarcas y Profetas, 46, 47
.
Adán es restablecido a su primitiva soberanía. Transportado de gozo,
contempla los árboles que hicieron una vez su delicia, los mismos árboles
cuyos frutos recogiera en los días de su inocencia y dicha. Ve las vides que
sus propias manos cultivaron, las mismas flores que se gozaba en cuidar en
otros tiempos. Su espíritu abarca toda la escena; comprende que éste es en
verdad el Edén restaurado y que es mucho más hermoso ahora que cuando
él fue expulsado.—
El Conflicto de los Siglos, 706
.
Reintegrados en su derecho al árbol de la vida, en el desde tanto tiempo
perdido Edén, los redimidos crecerán hasta alcanzar la estatura perfecta de
la raza humana en su gloria primitiva. Las últimas señales de la maldición
del pecado serán quitadas, y los fieles discípulos de Cristo aparecerán en
“la hermosura de Jehová nuestro Dios”.
Salmos 90:17
.—
Ibid. 703
.
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