Página 57 - La Maravillosa Gracia de Dios (1973)

Basic HTML Version

El precio de la redención, 16 de febrero
No por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia
sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo
obtenido eterna redención.
Hebreos 9:12
.
Cada alma es preciosa porque ha sido adquirida mediante la preciosa
sangre de Jesucristo.—
Testimonies for the Church 5:623, 624
.
Algunos hablan de la época judaica como un período sin Cristo, sin
misericordia ni gracia. A los tales se aplican las palabras que Cristo diri-
gió a los saduceos: “Erráis ignorando las Escrituras, y el poder de Dios”.
Marcos 12:24
. Durante el período de la dispensación judaica se manifestó
maravillosamente el poder divino.—
Hijos e Hijas de Dios, 227
.
La sangre del Hijo de Dios era simbolizada por la de las víctimas
inmoladas, y Dios quería que tuvieran ideas claras y definidas para distinguir
entre lo sagrado y lo común. La sangre era sagrada, porque sólo mediante el
derramamiento de la del Hijo de Dios podía haber expiación por el pecado.
También se empleaba la sangre para purificar el santuario de los pecados del
pueblo, para representar de este modo el hecho de que la sangre de Cristo
únicamente puede purificar del pecado.—
Ibid
.
Nuestro Salvador declara que trajo del cielo el don de la vida eterna.
Había de ser levantado en la cruz del Calvario para atraer a todos los
hombres a sí mismo. ¿Cómo trataremos entonces la herencia adquirida por
Cristo? Debiera manifestársele ternura, aprecio, bondad, simpatía y amor.
Entonces podremos trabajar para ayudar y bendecir a los demás. En esta
obra entra en juego más que una fraternidad humana. Tenemos la exaltada
compañía de los ángeles celestiales. Cooperan con nosotros en la obra de
iluminar a los encumbrados y a los humildes...
Cristo decidió en el concilio con su Padre que no había de escatimarse
nada, por más costoso que fuera, no había que guardar nada, por más alto
que se lo estimara, para rescatar al pobre pecador. El daría todo el cielo
para esta obra de salvación, para restaurar la imagen moral de Dios en el
hombre... Ser hijo de Dios significa ser uno con Cristo y bendecir a las
almas que perecen en sus pecados.—
Ibid. 231
.
[56]
53