Mayordomos de la verdad, 24 de febrero
Venid, oíd todos los que teméis a Dios, y contaré lo que ha hecho a mi
alma.
Salmos 66:16
.
Donde hay vida hay crecimiento; en el reino de Dios hay constante
intercambio: se recibe y se da; se recibe, y se le devuelve al Señor lo que
es suyo. Dios obra por medio de cada verdadero creyente, y la luz y las
bendiciones son dadas de vuelta en la obra que el creyente realiza. De este
modo aumenta la capacidad de recibir. Al impartir los dones celestiales,
el creyente deja espacio para que frescas corrientes de gracia y verdad
fluyan al alma desde la fuente viva. Mayor luz, conocimiento y bendiciones
más amplios llegan a pertenecerle. En esta obra, que se realiza en torno
de cada miembro de iglesia, se halla la vida y el crecimiento de la iglesia.
Aquel cuya vida consiste en recibir siempre sin dar jamás, pronto pierde
las bendiciones. Si la verdad no fluye de él hacia los demás, pierde su
capacidad de recibir. Debemos impartir las bondades del cielo si queremos
bendiciones frescas.—
Testimonies for the Church 6:448
.
Al impartir el conocimiento de la verdad, éste aumentará. Todos los que
reciben el mensaje del Evangelio en su corazón anhelarán proclamarlo. El
amor de Cristo ha de expresarse. Aquellos que se han vestido de Cristo
relatarán su experiencia, reproduciendo paso a paso la dirección del Espíritu
Santo: su hambre y sed por el conocimiento de Dios y de Cristo Jesús, a
quien él ha enviado; el resultado de escudriñar las Escrituras; sus oraciones,
la agonía de su alma, y las palabras de Cristo a ellos dirigidas, “Tus pecados
te son perdonados”.
No es natural que alguien mantenga secretas estas cosas, y aquellos
que están llenos del amor de Cristo no lo harán. Su deseo de que otros
reciban las mismas bendiciones estará en proporción con el grado en que el
Señor los haya hecho depositarios de la verdad sagrada. Y a medida que
hagan conocer los ricos tesoros de la gracia de Dios, les será impartida cada
vez más la gracia de Cristo. Tendrán el corazón de un niñito en lo que se
refiere a su sencillez y obediencia sin reservas. Sus almas suspirarán por la
santidad, y cada vez les serán revelados más tesoros de verdad y de gracia
para ser transmitidos al mundo.—
Palabras de Vida del Gran Maestro, 113,
114
.
[64]
61