Página 72 - La Maravillosa Gracia de Dios (1973)

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La mayor atracción del cielo, 1 de marzo
Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para
alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.
Hebreos 4:16
.
Después de haber hablado de Cristo como del intercesor que puede
“compadecerse de nuestras flaquezas”, el apóstol dice: “Lleguémonos pues
confiadamente al trono de la gracia”... El trono de la gracia representa el
reino de la gracia; pues la existencia de un trono envuelve la existencia de
un reino.—
El Conflicto de los Siglos, 395
.
Lo que Dios nos indica y concede es ilimitado. El trono de la gracia es
en sí mismo la atracción más elevada, porque está ocupado por Uno que
nos permite llamarle Padre. Pero Dios no consideró completo el principio
de la salvación mientras sólo estaba investido de su amor. Por su propia
voluntad, puso en su altar a un Abogado revestido de nuestra naturaleza.
Como intercesor nuestro, su obra consiste en presentarnos a Dios como
sus hijos e hijas. Cristo intercede en favor de los que le han recibido. En
virtud de sus propios méritos, les da poder para llegar a ser miembros de
la familia real, hijos del Rey celestial. Y el Padre demuestra su infinito
amor a Cristo, quien pagó nuestro rescate con su sangre, recibiendo y dando
la bienvenida a los amigos de Cristo como amigos suyos. Está satisfecho
con la expiación hecha. Ha sido glorificado por la encarnación, la vida, la
muerte y la mediación de su Hijo.
Tan pronto como un hijo de Dios se acerca al propiciatorio, llega a
ser cliente del gran Abogado. Cuando pronuncia su primera expresión
de penitencia y súplica de perdón, Cristo acepta su caso y lo hace suyo,
presentando la súplica ante su Padre como su propia súplica.
A medida que Cristo intercede en nuestro favor, el Padre abre los tesoros
de su gracia para que nos los apropiemos, para que los disfrutemos y los
comuniquemos a otros. Pedid en mi nombre—dice Cristo—, y no os digo
que yo rogaré al Padre por vosotros; pues el mismo Padre os ama, porque
vosotros me amasteis. Haced uso de mi nombre. Esto dará eficacia a vuestras
oraciones, y el Padre os dará las riquezas de su gracia; por lo tanto, “pedid, y
recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido”.
Juan 16:24
.—
Testimonies
for the Church 6:363, 364
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