Página 75 - La Maravillosa Gracia de Dios (1973)

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En el lugar santísimo, 4 de marzo
Jehová está en su santo templo; calle delante de él toda la tierra.
Habacuc 2:20
.
Vi un trono, y sobre él se sentaban el Padre y el Hijo. Me fijé en el rostro
de Jesús y admiré su hermosa persona. No pude contemplar la persona del
Padre, pues le cubría una nube de gloriosa luz. Pregunté a Jesús si su Padre
tenía forma como él. Dijo que la tenía, pero que yo no podía contemplarla,
porque, dijo: “Si llegases a contemplar la gloria de su persona, dejarías de
existir”...
Vi al Padre levantarse del trono, y en un carro de llamas entró en el lugar
santísimo, al interior del velo, y se sentó... Después de eso, un carro de nubes,
cuyas ruedas eran como llamas de fuego, llegó rodeado de ángeles, adonde
estaba Jesús. El entró en el carro y fue llevado al lugar santísimo, donde el
Padre estaba sentado. Allí contemplé a Jesús, el gran Sumo Sacerdote, de
pie delante del Padre.—
Primeros Escritos, 54, 55
.
Dos hermosos querubines estaban de pie en cada extremo del arca con
las alas desplegadas sobre ella, y tocándose una a otra por encima de la
cabeza de Jesús, de pie ante el propiciatorio. Estaban los querubines cara
a cara, pero mirando hacia el arca, en representación de toda la hueste
angélica que contemplaba con interés la ley de Dios. Entre los querubines
había un incensario de oro, y cuando las oraciones de los santos, ofrecidas
con fe, subían a Jesús y él las presentaba a su Padre, una nube fragante
subía del incienso a manera de humo de bellísimos colores. Encima del
sitio donde estaba Jesús ante el arca, había una brillantísima gloria que no
pude mirar. Parecía el trono de Dios.—
Ibid. 251, 252
.
Nuestro crucificado Señor implora por nosotros en presencia del Padre
ante el trono de la gracia. Podemos invocar su sacrificio expiatorio para
nuestro perdón, justificación y santificación. El Cordero inmolado es nuestra
única esperanza. Nuestra fe lo contempla, se aferra de él como del único
que puede salvar hasta lo sumo, y la fragancia de la ofrenda omnisuficiente
es aceptada por el Padre. La gloria de Cristo está implícita en nuestro
buen éxito. Tiene un interés común por toda la humanidad. Es nuestro
simpatizante Salvador.—
The S.D.A. Bible Commentary 7:948
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