Donde se borran los pecados, 15 de marzo
Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me
acordaré de tus pecados.
Isaías 43:25
.
Algunos parecen creer que deben estar a prueba y que deben demostrar
al Señor que se han reformado, antes de poder contar con su bendición.
Mas ellos pueden pedir la bendición de Dios ahora mismo. Deben tener su
gracia, el Espíritu de Cristo, para que los ayude en sus flaquezas; de otra
manera no pueden resistir el mal. Jesús se complace en que vayamos a él
como somos, pecaminosos, impotentes, necesitados. Podemos ir con toda
nuestra debilidad, insensatez y maldad y caer arrepentidos a sus pies. Es
su gloria estrecharnos en los brazos de su amor, vendar nuestras heridas y
limpiarnos de toda impureza.
Miles se equivocan en esto: no creen que Jesús les perdona personal e
individualmente. No creen al pie de la letra lo que Dios dice. Es el privilegio
de todos los que llenan las condiciones saber por sí mismos que el perdón
de todo pecado es gratuito. Alejad la sospecha de que las promesas de
Dios no son para vosotros. Son para todo pecador arrepentido. Cristo ha
provisto fuerza y gracia para que los ángeles ministradores las lleven a toda
alma creyente. Ninguno hay tan malvado que no encuentre fuerza, pureza y
justicia en Jesús, que murió por los pecadores. Él está esperándolos para
cambiarles los vestidos sucios y corrompidos del pecado por las vestiduras
blancas de la justicia; les da vida y no perecerán...
Con tan preciosas promesas bíblicas delante de vosotros, ¿podéis dar
lugar a la duda? ¿Podéis creer que cuando el pobre pecador desea vol-
ver, desea abandonar sus pecados, el Señor le impide decididamente que
venga arrepentido a sus pies? ¡Fuera con tales pensamientos! Nada puede
destruir más vuestra propia alma que tener tal concepto de vuestro Padre
celestial. El aborrece el pecado, mas ama al pecador... Cuando leáis las
promesas, recordad que son la expresión de un amor y una piedad inefables.
El gran corazón de amor infinito se siente atraído hacia el pecador por una
compasión ilimitada... Él quiere restituir su imagen moral en el hombre.
Acercaos a él con confesión y arrepentimiento y él se acercará a vosotros
con misericordia y perdón.—
El Camino a Cristo, 55-58
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