Página 122 - Mensajes para los J

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Capítulo 33—Conformidad con el mundo
Los que van por el camino estrecho hablan de la alegría y felici-
dad que les aguardan al fin de la jornada. Sus rostros están a menudo
tristes, pero a veces brillan con sagrado y santo gozo. No visten co-
mo los que van por el camino ancho, ni hablan ni actúan como ellos.
Se les ha dado un Modelo. Un “varón de dolores, experimentado
en quebrantos”, les abrió el camino y por él anduvo. Sus seguidores
ven sus huellas, y al verlas se consuelan y animan. Él llegó salvo a
destino, y también ellos podrán llegar a salvo si siguen sus huellas.
El camino ancho
En el camino ancho todos piensan en sí mismos, en su ropa y en
los placeres del camino. Se entregan libremente al parrandeo y las
risotadas, sin pensar en el término de la jornada, donde les aguarda
segura destrucción. Cada día se acercan más a su nefasta suerte; sin
embargo, se apresuran locamente, cada vez con más rapidez. ¡Oh,
cuán terrible me pareció ese espectáculo!
Vi que muchos de los que iban por ese camino ancho llevaban
escritas sobre sí estas palabras: “Muerto para el mundo. El fin de to-
das las cosas está cerca. Prepárense ustedes también”. Su aspecto era
el mismo que el de todos los demás frívolos seres que los rodeaban,
excepto por cierto aire de tristeza que se advertía en sus semblantes.
Su conversación era igual al de las alegres y atolondradas personas
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que iban con ellos, aunque de vez en cuando se detenían a señalar
con mucha satisfacción el letrero de sus vestimentas, y exhortaban
a los demás a que también se lo pusiesen en los suyos. Iban por el
camino ancho, y sin embargo decían pertenecer a la compañía que
viajaba por el camino estrecho. Los que iban a su lado decían: “No
hay distinción entre nosotros. Somos iguales. Vestimos, hablamos y
actuamos de igual manera”.—
Joyas de los Testimonios 1:33, 34
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Me fue mostrada la conformidad de algunos profesos observa-
dores del sábado con el mundo. Vi que eso es una vergüenza para su
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