Página 126 - Mensajes para los J

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Capítulo 34—Una experiencia cristiana genuina
Vi que a menos que se manifieste en los jóvenes un cambio
completo y una conversión cabal, pueden desesperar de alcanzar
el cielo. Por lo que me ha sido mostrado, no están verdaderamente
convertidos ni siquiera la mitad de los jóvenes que profesan la
religión y la verdad. Si hubieran sido convertidos, darían frutos para
la gloria de Dios. Muchos se apoyan en una esperanza supuesta, sin
verdadero fundamento. La fuente no ha sido limpiada; por lo tanto,
los raudales que proceden de ella no son puros. Limpien la fuente, y
los raudales serán puros.
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Si el corazón está bien, sus palabras, su indumentaria, sus hechos
también lo estarán. Falta la verdadera piedad. No quisiera deshonrar
a mi Maestro admitiendo siquiera que es cristiana una persona negli-
gente, trivial y que no ora. No; el cristiano obtiene la victoria sobre
los pecados que lo asedian y sobre sus pasiones. Hay un remedio
para el ser enfermo de pecado. Ese remedio está en Jesús. ¡Precioso
Salvador! Su gracia basta para los más débiles; y los más fuertes
deben recibir también su gracia o perecer.
La gracia salvadora
Vi cómo se puede obtener esta gracia. Vayan a su habitación, y
allí, a solas, supliquen a Dios: “Dios, crea en mí un corazón limpio, y
renueva un espíritu recto dentro de mí”
Tengan fervor y sinceridad.
La oración ferviente es muy eficaz. Como Jacob, luchen en oración.
Agonicen. En el huerto Jesús transpiró grandes gotas de sangre;
deben hacer un esfuerzo. No abandonen su habitación hasta que
se sientan fuertes en Dios; luego velen y, mientras velan y oran,
podrán dominar los pecados que les asedian, y la gracia de Dios
podrá manifestarse en ustedes; y lo hará.
No permita Dios que yo deje de amonestarlos. Jóvenes amigos,
busquen al Señor de todo corazón. Acudan a él con celo, y cuando
sientan sinceramente que sin la ayuda de Dios habrán de perecer,
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