Página 127 - Mensajes para los J

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Una experiencia cristiana genuina
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cuando lo anhelen a él como el ciervo anhela las corrientes de agua,
entonces el Señor los fortalecerá prestamente. Entonces la paz so-
brepujará todo entendimiento. Si esperan la salvación, deben orar.
Tomen tiempo para ello. No se apresuren ni sean negligentes en sus
oraciones. Rueguen a Dios que obre en ustedes una reforma cabal,
para que los frutos de su Espíritu moren en ustedes y permanezcan
como luminarias en el mundo. No sean un estorbo ni una maldi-
ción para la causa de Dios; pueden ser una ayuda, una bendición.
¿Les dice Satanás que no pueden disfrutar de la salvación plena y
gratuitamente? No le crean.
Los primeros pasos
Vi que es privilegio de todo cristiano gozar de las profundas
emociones del Espíritu de Dios. Una paz dulce y celestial invadirá la
mente y se deleitarán en meditar en Dios y en el cielo. Se regocijarán
en las gloriosas promesas de su Palabra. Pero sepan primero que han
iniciado la carrera cristiana. Sepan que han dado los primeros pasos
en el camino de la vida eterna. No se engañen. Sé que muchos de
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ustedes no saben lo que es la religión. Han sentido cierta excitación,
cierta emoción, pero nunca han reconocido la enormidad del pecado.
No han sentido que estaban perdidos, ni se han apartado de sus
malos caminos con amargo pesar. Nunca han muerto al mundo. To-
davía aman sus placeres; se deleitan en conversar acerca de asuntos
mundanos. Pero cuando se introduce la verdad de Dios no tienen
nada que decir. ¿Por qué callan así? ¿Por qué hablan tanto de asuntos
mundanos, y guardan silencio sobre el tema que más les concierne,
un tema que debería embargar todo vuestro ser? La verdad de Dios
no mora en ustedes.—
Joyas de los Testimonios 1:51, 52
.
Despejar el camino para recibir la bendición de Dios
No hay nada que Satanás tema tanto como que el pueblo de
Dios limpie el camino de todo obstáculo, de modo que el Señor
pueda derramar su Espíritu sobre una iglesia languideciente y una
congregación impenitente. Si Satanás se saliera con la suya, no
habría, hasta el fin del tiempo, otro despertar, grande ni pequeño.
Pero no ignoramos sus ardides. Es posible resistir a su poder. Cuando