La disciplina propia
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se apacigua el temperamento precipitado, y el corazón se llena de
paciencia y suavidad.
Aférrense firmemente de aquel que tiene todo poder en el cielo
y en la tierra. Aunque con mucha frecuencia no logren manifestar
paciencia y calma, no abandonen la lucha. Resuelvan nuevamente, y
esta vez con más firmeza, ser pacientes bajo toda provocación. Y no
aparten nunca la vista del divino Ejemplo.—
The Review and Herald,
31 de octubre de 1907
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No hay excusa para el pecado
La intervención del tentador no ha de ser tenida por excusa para
cometer una mala acción. Satanás se alegra cuando oye a los que
profesan seguir a Cristo buscando excusas por su deformidad de
carácter. Estas excusas son las que inducen a pecar. No hay disculpa
para el pecado. Un temperamento santo, una vida semejante a la de
Cristo, es accesible para todo hijo de Dios arrepentido y creyente.—
El Deseado de Todas las Gentes, 278
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[95]
Proverbios 16:32
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Proverbios 29:20
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Proverbios 25:28
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