Página 204 - Mensajes para los J

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Capítulo 66—La dignidad del trabajo
Era el propósito de Dios aliviar por medio del trabajo el mal
introducido en el mundo por causa de la desobediencia del hombre.
El trabajo podía hacer ineficaces las tentaciones de Satanás y detener
la marea del mal. Y aunque está acompañado de ansiedad, cansancio
y dolor, el trabajo todavía es una fuente de felicidad y desarrollo, y
una salvaguardia contra la tentación. Su disciplina ahuyenta la com-
placencia propia, y fomenta la laboriosidad, la pureza y la firmeza.
Así llega a ser parte del gran plan de Dios para restaurarnos de la
caída.
El trabajo manual y los juegos
El sentir público es que el trabajo manual es degradante, y sin
embargo los hombres pueden esforzarse tanto como quieren en el
criquet, el béisbol y los combates de boxeo, sin que se los considere
degradados. Satanás se deleita cuando ve a los seres humanos em-
plear sus facultades físicas y mentales en lo que no educa ni es útil,
que no les ayuda a beneficiar a los que necesitan su ayuda. Mientras
los jóvenes se hacen expertos en juegos que no son de valor real para
ellos o los demás, Satanás juega la partida de la vida por sus espíri-
tus, arrebatándoles los talentos que Dios les ha dado, y colocando
en su lugar sus malos atributos. Su esfuerzo consiste en inducir a
los hombres a ignorar a Dios. Procura enfrascar y envolver la mente
tan completamente, que Dios no halle cabida en su pensamiento. No
quiere que la gente conozca a su Hacedor, y queda muy complacido
si puede poner en marcha juegos y funciones teatrales que confunden
de tal manera los sentidos de los jóvenes, que se olviden de Dios y
del cielo.
Una de las salvaguardias más seguras contra el mal es la ocupa-
ción útil, mientras que la ociosidad es una de las mayores maldicio-
nes; porque el vicio, el crimen y la pobreza siguen en su estela. Los
que están siempre ocupados, que atienden alegremente sus tareas
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