La edificación del carácter para la eternidad
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Los jóvenes han sido comprados a un precio infinito: el de la
misma sangre del Hijo de Dios. Consideren el sacrificio del Padre
al permitir que su Hijo fuera inmolado. Consideren lo que Cristo
abandonó cuando dejó los atrios celestiales y el trono real para dar
su vida como sacrificio diario por los hombres. Sufrió reproches y
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abusos. Soportó todo el insulto y la burla que los hombres malvados
pudieron acumular sobre él. Y cuando terminó su ministerio terrenal,
sufrió la muerte de cruz. Consideren sus sufrimientos en la cruz:
los clavos con que le atravesaron las manos y los pies; la mofa y
el vituperio por parte de quienes vino a salvar; el ocultamiento del
rostro de su Padre. Pero mediante todo esto Cristo hizo posible que
todos los que quieran lleguen a poseer la vida que se mide con la
vida de Dios.
Un amigo fiel
Cuando Cristo ascendió al Padre, no dejó a sus seguidores sin
ayuda. El Espíritu Santo como representante suyo, y los ángeles
celestiales como espíritus ministradores, son enviados para ayudar a
quienes están peleando la buena batalla de la fe con gran desventaja.
Recuerda siempre que Jesús es tu ayudador. Nadie entiende tan bien
como él las peculiaridades de tu carácter. Él vela sobre ti, y si estás
dispuesto a dejarte guiar por él, te rodeará de influencias para el bien,
que te capacitarán para cumplir la totalidad de su voluntad respecto
de ti.
En esta vida nos preparamos para la vida futura. Pronto habrá una
gran inspección en la cual cada persona que trata de perfeccionar el
carácter cristiano, tendrá que someterse a la prueba de las preguntas
escudriñadoras de Dios: “¿Has dado un ejemplo que los demás
pudieran seguir con seguridad? ¿Has estado interesado por los seres
humanos, como quien debe rendir cuentas?” Los miembros de la
hueste celestial se interesan por los jóvenes y albergan un intenso
anhelo de que soporten la prueba y de que a cada uno se le dirija las
palabras de aprobación: “¡Bien, siervo bueno y fiel [...]! Entra en el
gozo de tu señor”
Recuerden los jóvenes que aquí han de formar caracteres para
la eternidad, y que Dios requiere de ellos que hagan lo mejor que
puedan. Vigilen los que tienen más experiencia a los más jóvenes, y