Capítulo 94—El efecto de la ficción
Muchos jóvenes dicen: “No tengo tiempo para estudiar mi lec-
ción”. Pero ¿qué están haciendo? Algunos aprovechan todos sus
momentos para ganar unos pocos centavos más, cuando ese tiempo,
si en vez de ser dedicado al trabajo, lo dedicaran al estudio de la
Biblia, les ahorraría, si pusieran en práctica las lecciones, más que
la suma ganada trabajando horas adicionales. Les ahorraría mucho
dinero que gastan en adornos innecesarios, y les preservaría el vigor
mental para comprender el misterio de la piedad. “El principio de la
sabiduría consiste en venerar al Señor”
Pero estos mismos jóvenes que profesan ser cristianos, satisfacen
los deseos del corazón carnal siguiendo sus propias inclinaciones;
y el tiempo de gracia que Dios les da para familiarizarse con las
preciosas verdades de la Biblia, es dedicado a la lectura de cuentos
ficticios. Este hábito, una vez formado, es difícil de vencer, pero
puede y debe ser vencido por todos los que son candidatos para el
mundo celestial.
La mente que se dedica a la lectura de novelas, se arruina. La
imaginación se pone enfermiza, el sentimentalismo se posesiona
de la mente y hay un vago desasosiego, un extraño apetito por el
alimento mental malsano, que desequilibra de continuo la mente. En
los asilos de insanos hay hoy día miles cuyas mentes fueron desequi-
libradas por la lectura de novelas, lo que conduce a la construcción
de castillos en el aire y a un sentimentalismo enamoradizo.—
The
Signs of the Times, 10 de febrero de 1881
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Salmos 111:10
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