Página 307 - Mensajes para los J

Basic HTML Version

Capítulo 108—La fidelidad en los deberes
domésticos
El deber más sublime que incumbe a las jóvenes es el que han
de cumplir en sus propios hogares al beneficiar a sus padres, sus
hermanos y sus hermanas con afecto y verdadero interés. Allí es
donde se puede manifestar abnegación y olvido propio, al cuidar a
los demás y actuar en su favor. Nunca degradará este trabajo a una
mujer. Es el cargo más sagrado y elevado que ella pueda ocupar.
¡Qué influencia puede ejercer una hermana sobre sus hermanos! Si
[231]
ella vive correctamente, puede determinar cuál será el carácter de sus
hermanos. Sus oraciones, su amabilidad y su afecto pueden valerle
mucho en una familia.
Hermana mía, estas nobles cualidades no pueden comunicar-
se a otras mentes, a menos que existan primero en la propia. El
contentamiento de espíritu, el afecto, la amabilidad y la alegría del
genio que manifieste a todo corazón le devolverán lo que usted dé
a los demás. Si Cristo no reina en el corazón, habrá descontento
y deformidad moral. El egoísmo requerirá de los demás lo que no
estamos dispuestos a darles.
No son solamente las obras y las batallas grandes las que prueban
el temple y exigen valor. La vida diaria causa perplejidades, pruebas
y desalientos. Es el trabajo humilde el que con frecuencia exige
paciencia y fortaleza. Se necesitará confianza propia y resolución
para afrontar y vencer todas las dificultades. Asegúrese de que el
Señor esté con usted, para que sea en todo lugar su consuelo.—
Joyas
de los Testimonios 1:296, 297
.
303