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Mensajes para los Jóvenes
han entronizado a Cristo en su corazón. Se pondrán valientemente de
parte de Cristo, aunque la conducta que adopten sea de abnegación
y sacrificio.
El antídoto para la frivolidad
Cristo vivió una vida de trabajo arduo y de sacrificio por nosotros,
¿y no nos hemos de negar a nosotros mismos por él? ¿No son temas
dignos de ocupar nuestra mente la expiación que él ha hecho por
nosotros y la justicia que espera darnos? Si los jóvenes quisieran
sacar del depósito de la Biblia los tesoros que contiene, si meditaran
en el perdón, la paz y la justicia eterna que coronan una vida de
abnegación, no desearían la excitación o la diversión dudosa.
Cristo se regocija cuando los pensamientos de los jóvenes están
ocupados en los grandiosos y ennoblecedores temas de la salvación.
Penetra en el corazón de los tales como huésped permanente, llenán-
dolos de gozo y paz. Y el amor de Cristo en el interior es como “una
fuente de agua, que brota para vida eterna” [...]
Los que poseen
este amor se deleitarán en hablar de las cosas que Dios ha preparado
para los que le aman.
El Dios eterno ha trazado la línea de distinción entre el santo y
el pecador, entre convertidos y no convertidos. Las dos clases no se
mezclan imperceptiblemente como los colores de un arco iris; antes
bien, son tan distintas como el mediodía de la medianoche. No es
seguro para el pueblo de Dios trabar relaciones íntimas con quienes
conocen la verdad pero no la practican. El patriarca Jacob, cuando
habló a sus hijos de ciertos hechos de ellos que él contemplaba con
horror, exclamó: “No entre yo en su consejo, ni mi honra se junte en
su compañía”
Él tenía la impresión de que su mismo honor iba a
hallarse comprometido si se relacionaba con los pecadores en sus
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formas de proceder. Levantó la señal de peligro, amonestándonos
a evitar las malas compañías, no sea que nos contaminemos con
el mal. Y el Espíritu Santo expresa mediante el apóstol Pablo una
advertencia similar: “No participéis de las obras infructuosas de
las tinieblas, antes denunciadlas”
The Youth’s Instructor, 4 de
febrero de 1897
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