Página 363 - Mensajes para los J

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Las reuniones sociales
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palabras. Los que escuchan reciben una mala impresión, y se arroja
una ofensa sobre Cristo. ¡Ojalá los jóvenes cuidaran bien sus pala-
bras, porque por ellas serán justificados o condenados! Recuerden
que Jesús está a su lado dondequiera que vayan, observando sus
acciones y escuchando sus palabras. ¿Los avergonzará oír su voz y
saber que él escucha sus conversaciones?
El cristiano que una vez fue ferviente, y que ahora participa en
diversiones mundanas, se halla en terreno peligroso. Ha abandonado
la región llena de la atmósfera vital del cielo y se halla sumergido
en una atmósfera de niebla, pues en muchos casos las reuniones de
placer y diversión son una ofensa a la religión de Cristo.
El que mantiene su comunión con Dios no puede participar
sinceramente de estas cosas. Las palabras que oye no congenian
con él, pues no son el lenguaje de Canaán. Los que hablan no dan
evidencia de que en su corazón estén elevando melodías a Dios.
Influencias sutiles
Las personas de carácter y experiencia religiosa artificiales están
demasiado dispuestas a reunirse para divertirse, y su influencia atrae
a otros. A veces se persuade a jóvenes de ambos sexos que tratan de
ser cristianos según la Biblia, a que se unan al grupo. Como no están
dispuestos a que se los considere singulares, y tienen inclinación
natural a seguir el ejemplo de otros, se colocan bajo la influencia de
quienes tal vez nunca han sentido el toque divino en la mente o el
corazón. Si hubiesen consultado en oración la norma divina, para
saber lo que Cristo ha dicho en cuanto al fruto que ha de llevar el
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árbol cristiano, se habrían percatado de que estos entretenimientos
eran realmente banquetes preparados para impedir que las personas
aceptaran la invitación a la fiesta de bodas del Cordero.
Ocurre a veces que, por frecuentar lugares de diversión, los jóve-
nes que han sido cuidadosamente instruidos en el camino del Señor
son apartados por el hechizo de la influencia humana y toman afecto
por aquellos cuya educación e instrucción han sido de carácter mun-
dano. Al unirse con personas que no poseen el realce de un espíritu
semejante al de Cristo, se venden a una esclavitud que ha de durar
toda la vida. Los que verdaderamente aman y sirven a Dios temerán
descender al nivel del mundo escogiendo la sociedad de quienes no