Página 371 - Mensajes para los J

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Capítulo 135—El baile
El verdadero cristiano no deseará entrar en ningún lugar de
diversión ni ocuparse en ningún entretenimiento sobre el cual no
pueda pedir la bendición de Dios. No será hallado en el teatro, ni
en la sala de billar, ni en salones donde se juega a los bolos. No se
unirá a los alegres bailarines, ni tendrá parte en ningún otro placer
seductor que haga desvanecer de la mente la figura de Cristo.
A los que defienden estas diversiones les contestamos: No pode-
mos participar en ellas en el nombre de Jesús de Nazaret. No podría
invocarse la bendición de Dios sobre la hora pasada en el teatro o
en la sala de baile. Ningún cristiano querría encontrar la muerte en
semejante lugar. Nadie querría ser hallado allí cuando Cristo venga.
Cuando lleguemos a la hora final y nos hallemos frente a frente
con el informe de nuestra vida, ¿lamentaremos haber asistido a tan
pocas reuniones de placer? ¿Nos pesará haber tenido parte en tan
pocas escenas de jovialidad irreflexiva? ¿No lamentaremos, más
bien, amargamente el haber malgastado tantas horas preciosas en
la satisfacción del yo, el haber desperdiciado tantas oportunidades
que, debidamente aprovechadas, nos hubieran asegurado tesoros
inmortales?
Ha llegado a ser una costumbre entre los que profesan ser re-
ligiosos el excusar cualquier complacencia perniciosa con la que
esté ligado el corazón. La familiaridad con el pecado los ciega de
modo que no ven su enormidad. Muchos que dicen ser hijos de
Dios disculpan pecados que su Palabra condena, y para ello mezclan
algún propósito de caridad cristiana con sus festines impíos. Utilizan
así la vestimenta del cielo para servir con ella al diablo. Estas inmo-
ralidades de moda engañan a las personas, y las hacen descarriar y
perder para la virtud e integridad.
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