La sociabilidad y la cortesía cristianas
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interés cristiano, simpatía y amor hacia sus compañeros jóvenes y
a empeñarse en atraerlos a Jesús; Cristo debiera ser en su corazón
como un manantial de agua que brote para vida eterna, que refresque
a todos aquellos con quienes tratan.
Este ministerio voluntario y amante, prestado a otros en momen-
tos de necesidad, es el que Dios considera valioso. De esta manera,
aun mientras asisten a la escuela, los alumnos pueden ser, si son
fieles a su profesión, misioneros vivos para Dios. Todo esto llevará
tiempo; pero el tiempo así empleado es de provecho, porque así
aprende el alumno a presentar el cristianismo al mundo.
Cristo no rehusó alternar con otros en el trato amistoso. Cuando
era invitado a un banquete por un fariseo o un publicano, aceptaba
la invitación. En tales ocasiones cada palabra que pronunciaba tenía
sabor de vida para sus oyentes, porque hacía de la hora de la comida
una ocasión para impartir muchas lecciones preciosas adaptadas a
sus necesidades. De este modo Cristo enseñó a sus discípulos cómo
debían conducirse cuando se hallasen en compañía tanto de los que
no eran religiosos como también de los que sí lo eran.—
Joyas de los
Testimonios 2:438, 439
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