Página 408 - Mensajes para los J

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Capítulo 150—El casamiento con incrédulos
Apreciada hermana L _____________: He sabido que usted
piensa casarse con uno que no está unido con usted en la fe religiosa,
y temo que usted no haya pesado cuidadosamente este asunto impor-
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tante. Antes de dar un paso que ha de ejercer influencia sobre toda
su vida futura, le ruego que estudie el asunto con oración y reflexión.
¿Resultará esta nueva relación en fuente de verdadera felicidad? ¿Le
ayudará en la vida cristiana? ¿Agradará a Dios? ¿Será el suyo un
ejemplo seguro para otros?
Pruebas de amor
Antes de dar su mano en matrimonio, toda mujer debe averiguar
si el hombre con quien está por unir su destino es digno. ¿Cuál
ha sido su pasado? ¿Es pura su vida? ¿Es de un carácter noble
y elevado el amor que expresa, o es un simple cariño emotivo?
¿Tiene los rasgos de carácter que harán feliz a una mujer? ¿Puede
encontrar verdadera paz y gozo en su afecto? ¿Le permitirá conservar
su individualidad, o deberá entregar su juicio y su conciencia al
dominio de su esposo? Como discípula de Cristo, no se pertenece;
ha sido comprada con precio. ¿Podrá ella honrar los requerimientos
del Salvador como supremos? ¿Conservará su mente y su cuerpo,
sus pensamientos y propósitos, puros y santos? Estas preguntas
tienen una relación vital con el bienestar de cada mujer que contrae
matrimonio.
Se necesita religión en el hogar. Únicamente ella puede impedir
los graves males que con tanta frecuencia amargan la vida conyugal.
Únicamente donde reina Cristo puede haber amor profundo, verda-
dero y abnegado. Entonces los espíritus quedarán unidos, y las dos
vidas se fusionarán en armonía. Los ángeles de Dios serán huéspe-
des del hogar, y sus santas vigilias santificarán la cámara nupcial.
Quedará desterrada la degradante sensualidad. Los pensamientos
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