Página 409 - Mensajes para los J

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El casamiento con incrédulos
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serán dirigidos hacia arriba, hacia Dios; y a él ascenderá la devoción
del corazón.
Resultado de la desobediencia
El corazón anhela amor humano, pero este amor no es bastante
fuerte, ni puro, ni precioso para reemplazar el amor de Jesús. Úni-
camente en su Salvador puede la esposa hallar sabiduría, fuerza y
gracia para hacer frente a los cuidados, las responsabilidades y los
pesares de la vida. Ella debe hacer de él su fuerza y guía. Dese la
mujer a Cristo antes que darse a otro amigo terrenal, y no forme nin-
guna relación que contraríe esto. Los que quieren disfrutar verdadera
felicidad, deben tener la bendición del cielo sobre todo lo que poseen
y sobre todo lo que hacen. Es la desobediencia a Dios la que llena
tantos corazones y hogares de infortunio. Hermana mía, a menos
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que quiera tener un hogar donde nunca se levanten las sombras, no
se una con un enemigo de Dios.
Como quien habrá de encararse con estas palabras en el juicio,
le suplico que considere el paso que se propone dar. Pregúntese:
“¿Apartará un esposo incrédulo mis pensamientos de Jesús? ¿Ama
los placeres más que a Dios? ¿No me inducirá a disfrutar las cosas
en que él se goza?” La senda que conduce a la vida eterna es penosa
y escarpada. No tome sobre sí pesos adicionales que retarden su
progreso [...].
Yo quiero advertirle su peligro antes que sea demasiado tarde.
Usted escucha palabras dulces y agradables, y se siente inducida a
creer que todo andará bien; pero no lee los motivos que inspiran
esas hermosas frases. Usted no puede ver las profundidades de la
perversidad oculta en el corazón. Usted no puede mirar detrás de
las escenas y discernir las trampas que Satanás está tendiéndole.
Él quisiera inducirla a seguir una conducta que la haga fácilmente
accesible, para luego disparar las saetas de la tentación contra usted.
No le conceda la menor ventaja. Mientras Dios obra sobre la mente
de sus siervos, Satanás obra por medio de los hijos de desobediencia.
No hay concordia entre Cristo y Belial. Los dos no pueden armonizar.
Unirse con un incrédulo es ponerse en el terreno de Satanás. Usted
agravia al Espíritu de Dios y pierde el derecho a su protección.