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Capítulo 155—Las responsabilidades del
matrimonio
Han contraído matrimonio muchos que no han adquirido una
propiedad ni han recibido una herencia. No poseían fuerza física ni
energía mental para adquirir una propiedad. Precisamente esos han
tenido prisa por casarse, y han aceptado responsabilidades de las
que no tenían noción. No poseían sentimientos nobles y elevados,
ni tenían una idea precisa del deber de un esposo y padre, y de
lo que les costaría proveer a las necesidades de una familia. Y no
manifestaron más cordura en el aumento de los miembros de su
familia que en sus transacciones comerciales [...].
La institución del matrimonio fue ideada por el cielo para que
fuera una bendición para el hombre; pero, en un sentido general, se
ha abusado de ella en tal forma que ha llegado a ser una temible
maldición. La mayoría de los hombres y las mujeres, al contraer
matrimonio, han procedido como si la única cuestión por resolver
fuera la del amor mutuo. Pero deberían darse cuenta de que en la
relación matrimonial pesa sobre ellos una responsabilidad que va
más lejos. Deberían considerar si su descendencia tendrá salud física,
y fuerza mental y moral. Pero pocos han procedido de acuerdo con
motivos superiores y con consideraciones elevadas que no podían
fácilmente desechar, tales como que la sociedad tiene derechos sobre
ellos, y que el peso de la influencia de su familia hará oscilar la
balanza de la sociedad hacia arriba o hacia abajo (
A Solemn Appeal,
63, 64
; edición Signs Publishing Co. Ltd.).
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