Capítulo 14—La fortaleza
Los que al fin salgan victoriosos, tendrán épocas de terrible
perplejidad y prueba en su vida religiosa; pero no deben desechar su
confianza, pues esta es una parte de su disciplina en la escuela de
Cristo y es esencial para que toda la escoria pueda ser eliminada. El
siervo de Dios debe soportar con fortaleza los ataques del enemigo,
sus dolorosos vituperios, y debe vencer los obstáculos que Satanás
coloque en su camino.
Satanás tratará de desanimar a los seguidores de Cristo para que
no oren ni estudien las Escrituras, y arrojará su odiosa sombra a
través del sendero para ocultar a Jesús de la vista, para excluir la
visión de su amor y las glorias de la heredad celestial. Se deleita en
hacer andar a los hijos de Dios vacilantes, temblorosos, apenados,
bajo una duda continua. Trata de hacer la senda tan triste como sea
posible; pero si miran hacia arriba, no hacia abajo, a sus dificultades,
no desmayarán en el camino, verán pronto a Jesús extendiendo su
mano para ayudarlos, y solo tendrán que tenderle la de ustedes
con sencilla confianza, y dejar que los guíe. A medida que cobren
confianza, cobrarán esperanza.
En la fuerza del señor
Jesús es la luz del mundo, y ustedes han de amoldar sus vidas
a la de él. Hallarán en Cristo fuerza para formar un carácter fuerte,
simétrico, hermoso. Satanás no puede anular la luz que irradie de
semejante carácter. El Señor tiene un trabajo para cada uno de no-
sotros. Él no ha dispuesto que seamos sostenidos por la influencia
de la alabanza y el halago humanos; él da a entender que cada alma
debe mantenerse con la fuerza del Señor. Dios nos ha dado su mejor
don, su mismo Hijo unigénito, para elevarnos, ennoblecernos, y ca-
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pacitarnos, invistiéndonos de su propia perfección de carácter para
que tengamos un hogar en su reino. Jesús vino a este mundo y vivió
como él esperaba que sus seguidores vivieran. Si somos indulgentes
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